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Una neurocientífica española defiende el poder de la ira: "A veces hay que dar un puñetazo en la mesa"

La ira es una emoción intensa

Sentimiento de ira.

Sentimiento de ira.

La ira es una emoción intensa que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Sin embargo, cuando esta emoción se vuelve crónica y descontrolada, puede tener efectos devastadores en nuestra salud física y mental.

La ira es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones percibidas como amenazas. Cuando nos sentimos enojados, nuestro cerebro activa la amígdala, una estructura encargada de detectar el peligro. Esta activación desencadena una serie de respuestas fisiológicas, como la liberación de cortisol, adrenalina y noradrenalina, que preparan al cuerpo para una reacción de lucha o huida. Aunque esta respuesta puede ser útil en situaciones de emergencia, cuando se vuelve frecuente o prolongada, puede tener consecuencias negativas para la salud.

BBC News Mundo, el servicio de noticias en español de la BBC, habló con dos expertos sobre esta emoción y cómo manejarla.

La neurocientífica española Nazareth Castellanos es investigadora del Nirakara-Lab y del departamento de mindfulness y ciencias cognitivas de la Universidad Complutense de Madrid. Dolores Mercado es profesora de licenciatura y posgrado en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de México.

"Cuando surge un conflicto, uno de los parámetros que nos informa sobre nuestra inteligencia emocional y nuestro estado interior en ese momento es la velocidad de reacción", asegura Nazareth Castellanos.

"Se dice que hay momentos en que el cerebro responde y momentos en que reacciona. Idealmente, el cerebro debería responder, pero normalmente reacciona, es decir, responde muy rápido", añade.

Imagina que alguien se acerca y te dice algo que te provoca un fuerte rechazo. Al recibir esta información, tu cerebro la procesa siguiendo su ruta habitual. Al pasar por la amígdala, que es la región clave para las emociones aversivas como la ira, esta estructura debe interpretar la intensidad de la reacción desagradable, en colaboración con el hipocampo y la corteza frontal.

Cuando estamos estresados, las neuronas de la amígdala se activan intensamente, lo que nos hace reaccionar más rápidamente a cualquier estímulo. La especialista sugiere considerar tres situaciones para manejar mejor estas reacciones.

En la primera "viene y me dice algo desagradable. Y entonces el hipocampo y la corteza frontal, juntos, moderan la amígdala. Imaginen el papel de un mediador. Es un escenario bastante idílico, y no siempre útil", asegura. "En el segundo escenario, alguien nos dice algo y nos enfadamos", añade.

Cuando la amígdala incrementa su actividad, mi respiración se acelera, la tensión se eleva, mi corazón late con más fuerza y mis músculos se tensan. Esta reacción es natural. Si alguien se acerca y me dice algo negativo, mi respuesta inmediata es de ira.

"En el tercer escenario, ya estamos muy estresados o muy enfadados con esa persona". En este momento nuestra reacción ya será exagerada. "A veces hay que dar un puñetazo en la mesa, no quedarse sentado pensando que todo está bien", sentencia Nazareth.

 

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