Los científicos lanzan una advertencia tras un inquietante hallazgo en las profundidades del Mediterráneo
Una investigación revela lo que hay hundido en el fondo de un punto conflictivo

Fondo del mar / George Pachantouris

Un inquietante descubrimiento ha puesto a todos en alerta con el fin de intentar concienciar a la sociedad y el mundo en general sobre las buenas prácticas para la preservación de mares y océanos. Y es que "los residuos generados por las actividades humanas han llegado ya al punto más profundo de todo el Mediterráneo", dijo la Universitat de Barcelona (UB) en una nota de prensa después de los resultados de una investigación.
Estos fueron publicados en la revista Marine Pollution Bulletin bajo el título de 'Basura marina en lo más profundo del Mediterráneo' y está firmada por diversos autores, como Miquel Canals, de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la UB; Georg Hanke, del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea; François Galgani, del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (IFREMER), y Victor Vescovo, de la empresa estadounidense Caladan Oceanic.
Según explican, en el fondo de la fosa de Calipso, "que tiene 5.112 metros de profundidad y se encuentra en el mar Jónico", situada a 60 kilómetros al oeste de la costa del Peloponeso (Grecia), se identificaron hasta 167 objetos de plástico, vidrio, metal y papel, de los cuales 148 son desechos marinos y otros 19 tendrían "un posible origen antrópico". Para llegar hasta el lugar utilizaron un submarino tripulado de alta tecnología llamado Limiting Factor, que se trata de "un vehículo de sumersión profunda".
Miquel Canals detalló que los desechos "provienen de diversas fuentes, tanto terrestres como marinas. Han podido llegar por varias rutas, que incluyen tanto el transporte a larga distancia por las corrientes marinas como el vertido directo", pero lo más alarmante es que han llegado a encontrar "evidencias del vertido desde embarcaciones de bolsas llenas de basura, tal como revela el amontonamiento de distintos tipos de desechos seguido de un surco casi rectilíneo", algo que hace saltar todas las alarmas.

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Uno de los mares más contaminados
Canals fue claro en sus aseveraciones: "Desgraciadamente, en cuanto al Mediterráneo, no sería desacertado decir aquello de que 'no hay ni un palmo limpio'". Y esto es un problema bastante serio, porque aunque en la región investigada no se han detectado impactos significativos sobre la vida marina, el experto explica que "en lugares con mayor biodiversidad se producen diferentes tipos de interacción entre los desechos depositados en el fondo y los organismos". Y el problema viene de largo.
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Según apuntan en la nota de prensa, las primeras evidencias de la presencia de desechos en los fondos marinos son de 1975, encontrados en el estrecho de Skagerrak, Atlántico norte. Los residuos se acumulan en montañas y cañones submarinos, quedando totalmente enterrados y pudiendo desmenuzarse o movilizarse por acción de la gravedad, las corrientes marinas y otros factores oceanográficos. Y, en la actualidad, el Mediterráneo está especialmente afectado por esta mala praxis.
El catedrático comenta que "el Mediterráneo es un mar cerrado, rodeado de humanidad, con un intenso tráfico marítimo y una actividad pesquera también muy extendida" y considera que "la evidencia que aporta nuestra investigación debería sacudir los esfuerzos globales y, en particular, en el Mediterráneo para mitigar el vertido de desechos, sobre todo plásticos, en el medio natural y, en última instancia, en el mar, en línea con lo que plantea el Tratado global contra la contaminación por plásticos de las Naciones Unidas, todavía pendiente de aprobación".
"Los fondos oceánicos son todavía bastante desconocidos para el conjunto de la sociedad, lo que dificulta que exista un buen grado de concienciación social y política sobre la conservación de estos espacios. Es necesario hacer un esfuerzo común entre científicos, divulgadores, periodistas, medios de comunicación, influenciadores y otras personas con impacto social. La problemática está ahí y tiene un alcance enorme, aunque no sea visible directamente. Convendría no olvidarse de ella", sentencia Miquel Canals a modo de advertencia y llamada a la cordura.




