Las dos hortalizas que siempre olvidamos sembrar en mayo pero que lo cambian todo en el huerto
Mayo marca el punto álgido del despertar primaveral en los huertos europeos

Parsnip isolated / Creativeye99

Mientras mayo marca el punto álgido del despertar primaveral en los huertos europeos, muchos jardineros aficionados centran sus esfuerzos en los cultivos más comunes: tomates, calabacines, judías o lechugas. Sin embargo, dos hortalizas de raíz, a menudo pasadas por alto en esta época, pueden cambiar por completo la dinámica del huerto.
La chirivía y el colinabo son hortalizas antiguas que han perdido protagonismo en la horticultura moderna. Su imagen anticuada y su crecimiento más lento han hecho que muchos las descarten. No obstante, los expertos coinciden en que mayo es el momento ideal para sembrarlas, gracias a las condiciones climáticas y del suelo que favorecen su desarrollo.
En mayo, la tierra alcanza una temperatura estable y suave, ideal para la germinación de semillas exigentes como las de chirivía y rutabaga. El suelo, enriquecido por la descomposición de materia orgánica durante el invierno, ofrece un entorno rico en nutrientes. Además, las lluvias primaverales, regulares pero moderadas, garantizan una humedad constante sin riesgo de encharcamiento.
Más allá de su valor culinario, la chirivía y el rutabaga desempeñan un papel importante en la rotación de cultivos. Sus raíces profundas airean el suelo, mejorando su estructura y fomentando la biodiversidad microbiana. Además, son poco susceptibles a enfermedades comunes del huerto, lo que las convierte en aliadas valiosas para un cultivo sostenible.
Para asegurar una buena cosecha, se recomienda sembrarlas en hileras separadas por 30 a 40 cm, en un suelo bien trabajado y libre de piedras. El aclareo es fundamental: hay que dejar una planta cada 10 a 15 cm una vez que las plántulas alcancen unos 5 cm de altura. Un escardado regular y un riego moderado pero constante favorecerán un crecimiento saludable.




