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Los psicólogos añaden este factor al famoso test de los malvaviscos y descubren un nuevo comportamiento de los niños

El estudio fue publicado en la revista Royal Society Open Science

Carol Yepes

Un equipo de psicólogos de la Universidad de Manchester (Reino Unido), en colaboración con un investigador de la Universidad Politécnica Mohammed VI (Marruecos), ha revelado que los niños modifican su comportamiento en el clásico experimento del malvavisco de Stanford cuando participan junto a un compañero dispuesto a esperar una recompensa mayor. El estudio, publicado en la revista Royal Society Open Science, introduce variaciones en el célebre experimento infantil para explorar cómo influyen las dinámicas sociales en el autocontrol.

En la década de 1970, psicólogos de la Universidad de Stanford llevaron a cabo una serie de experimentos pioneros sobre la gratificación diferida, conocidos hoy como el "experimento del malvavisco". En ellos, a niños pequeños se les ofrecía la opción de tomar una recompensa inmediata —como un malvavisco o un pretzel— o esperar a cambio de recibir una recompensa mayor. Para evaluar su autocontrol, los investigadores dejaban al niño a solas con la tentación: si al regresar la recompensa seguía intacta, el niño recibía una segunda, como se le había prometido.

Los resultados de estos experimentos fueron ampliamente interpretados como predictores del éxito futuro: los niños que lograban esperar tendían a obtener mejores resultados académicos, profesionales y personales con el paso de los años. Estudios posteriores, sin embargo, matizaron esa conclusión al señalar que muchos de los niños que optaban por consumir la recompensa de inmediato provenían de entornos inseguros o desfavorecidos, donde las promesas de los adultos rara vez se cumplían. En ese contexto, su decisión no era impulsiva, sino una forma racional de adaptarse a la incertidumbre.

En un nuevo estudio, investigadores de la Universidad de Manchester (Reino Unido) y la Universidad Politécnica Mohammed VI (Marruecos) han replanteado el experimento con un enfoque innovador: la influencia de la cooperación entre pares. En lugar del clásico formato individual, el experimento se llevó a cabo de forma virtual, emparejando a cada niño con otro participante, desconocido y sin posibilidad de comunicación directa.

Desde su casa y con la asistencia de uno de sus padres, el niño observaba un premio inmediato, con la promesa de uno mejor si él y su compañero —a quien veía brevemente en pantalla— lograban no comérselo. El comportamiento del niño estaba condicionado por lo que observaba: si el compañero parecía seguro de poder resistir la tentación, el niño era más propenso a esperar. Si, en cambio, el otro mostraba dudas, la capacidad de espera disminuía notablemente. El efecto fue especialmente marcado en los niños más pequeños, en quienes la promesa del otro aumentaba significativamente las probabilidades de resistir hasta el final.

Según los autores del estudio, publicado en Royal Society Open Science, estos resultados sugieren que el apoyo mutuo —incluso sin comunicación directa— puede influir en la toma de decisiones desde edades tempranas. En particular, la presencia de un igual que se muestra confiable puede fomentar el autocontrol, abriendo nuevas perspectivas sobre cómo se desarrollan las habilidades sociales y emocionales en la infancia.

 

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