Va un verano a trabajar a Tenerife, al principio le parecía un sueño pero luego descubre el "lado oscuro" de la isla
A pesar de destacar sus bondades, no dejó de lado las cosas malas

Costa de Tenerife / Dennis Fischer Photography

Cada año nos encontramos con muchas noticias y reclamaciones de gerentes de bares, cafeterías, pubs y hoteles que dicen no encontrar camareros para la época de verano, cuando la oferta es muy grande debido al ingente paso de gente que ensalza el sector turístico por el sol y las zonas de costa de las que contamos en España. Esto abre muchos debates, pero suele estar relacionado directamente con la precariedad de este tipo de puestos.
Más información
Muchas horas, poco dinero y casi nada de descanso, además de algunas prácticas que no son para nada éticas, incluso algunas que podrían estar ronzando las líneas de lo ilegal, si no superándolas. Es por ello que son los jóvenes quienes deciden embarcarse durante estas épocas en esos tipos de trabajo, porque aunque no ganan demasiado dinero, pueden verse recompensados con el ambiente que suele ver en estos lugares, donde otra cosa no, pero fiesta hay muchísima.
Igualmente, en entornos así hay muchas risas, pero también amenazas. De esto es lo que habla Ciara O'Loughlin en un artículo que firma en Wales Online en el que cuenta su experiencia de juventud siendo camarera en Tenerife durante la época de verano. Comenta que a los 20 años, tras acabar su segundo año de universidad, se embarcó "en un viaje inolvidable a Tenerife con un amigo", donde consiguieron trabajo de camareros para esa época vacacional.
Su experiencia y reflexiones
La chica explicaba que alquilaron un apartamento "a un paso de toda la acción de Playa de las Américas, el epicentro de la fiesta en la isla". "La euforia de la independencia fue lo que más nos emocionó. Como muchos jóvenes turistas en la isla, fue nuestra primera experiencia de tanta libertad", manifestaba Ciara, que encontró "la combinación perfecta para unas vacaciones de fiesta: una hermosa playa con numerosas fiestas en barco, una multitud de bares con los mejores DJ que ofrecen bebidas económicas y otros turistas en busca de diversión y listos para pasar un buen rato".
Sin embargo, a pesar de la buena experiencia, no deja de lado lo que define como un "lado oscuro" que encierra la isla. Y es que le gustó mucho lo que vivió, tanto que al año siguiente volvió a repetir en temporada, porque "a pesar de ganar menos de 4€ la hora y de ir de copas seis noches a la semana, lo estaba pasando genial". Esa precariedad era una de las peores partes, obviamente, pero no era la que se llevaba la palma, sino que lo más denunciable era lo que se vivía en la noche, sobre todo con la droga.
"Es fácil ver cómo algunos irlandeses y británicos desprevenidos en el extranjero pueden verse envueltos en problemas sin ser detectados", exponiendo que veía "bares involucrados en actividades más siniestras, que ofrecían refugio a los camellos durante toda la noche. Muchos jóvenes trabajadores de la zona, sin ser conscientes de los graves riesgos, se vieron envueltos en situaciones peligrosas relacionadas con estos camellos". Incluso había quienes se ganaban rápidamente unos euros haciendo de guías para turistas que estaban buscando a esas personas que vendían las sustancias.
Y eso no es todo, sino que siendo camareros eran obligados a beber. "Trabajar en esas noches animadas implicaba una regla tácita: se bebía mientras se estaba de servicio. En estos lugares turísticos, ser barman significaba más que simplemente preparar cócteles: había que ser el alma de la fiesta", instándoseles también a subirse a la barra para bailar y "disparar licor directamente a las bocas de los juerguistas". Pero a pesar de ser incitados al alcohol, si se pasaban y se emborrachaban eran multados con 50 euros, más de lo que cobraban por noche. De tal forma, conoció las bondades y los peligros de la noche.
"Los dos veranos que pasé allí fueron sin duda memorables, pero me considero afortunada de no haber tenido ningún problema grave, salvo aquella vez que me arrebataron el bolso mientras caminaba de vuelta a casa. Cada país o ciudad tiene sus problemas, pero estos destinos de fiesta parecen existir dentro de sus propios microcosmos sin ley", escribe una Ciara O'Loughlin que lanza una advertencia a los jóvenes que se aventuren en sus primeras vacaciones de fiesta: "Diviértanse, pero permanezcan alerta".




