Ni la inteligencia ni la fuerza: una genetista revela las dos cosas que un hijo hereda de su padre
La genética juega un papel clave

Padre con su hijo. / Orbon Alija

La genética juega un papel clave en muchas de las características que los hijos heredan de sus padres. Desde el aspecto físico hasta ciertas predisposiciones cognitivas o emocionales, gran parte de lo que somos está escrito en el ADN que recibimos al nacer. En este contexto, la genetista Dana Bresset ha compartido los resultados de un estudio prolongado que arroja luz sobre cómo la edad del padre en el momento de la concepción puede tener un impacto significativo en la inteligencia y en otros aspectos del desarrollo de los hijos.
La influencia de la edad del padre en la inteligencia de los hijos
De acuerdo con las conclusiones de Bresset, la edad en la que un hombre se convierte en padre puede influir de forma notable en las capacidades cognitivas de sus descendientes. Según explica, los niños nacidos de padres que superaban los 45 años en el momento de la concepción presentan un mayor riesgo de enfrentarse en algún momento de su vida a dificultades de aprendizaje. Además, estas circunstancias también parecen asociarse a una mayor tendencia a desarrollar trastornos como la depresión o la ansiedad.
El hallazgo refuerza la importancia de tener en cuenta no solo el entorno y la educación que se brinda a los hijos, sino también ciertos factores biológicos previos que pueden condicionar su desarrollo. Aunque el estudio no pretende alarmar, Bresset subraya la relevancia de considerar estas variables al tomar decisiones relacionadas con la paternidad.
El papel del padre en el sexo biológico del hijo
Más allá de la influencia en la inteligencia, la genetista también recuerda un hecho ampliamente conocido en el campo de la biología: el sexo biológico de un hijo es determinado por el padre. Bresset señala que, aunque algunos padres pueden experimentar decepción al no tener un hijo o hija del sexo que esperaban, la responsabilidad recae exclusivamente en el padre debido a su aporte cromosómico.
El motivo es sencillo: mientras que la madre siempre aporta un cromosoma X, es el padre quien determina el sexo del bebé mediante el cromosoma que aporta: X (lo que dará lugar a una niña) o Y (lo que resultará en un niño). Así, la combinación genética es el factor decisivo en este aspecto y no está relacionado con ningún otro elemento externo.
La altura: un rasgo con fuerte componente paterno
Otra de las características donde los genes paternos tienen un papel destacado es la estatura. Según explica Bresset, aunque la altura es el resultado de la combinación de genes provenientes de ambos progenitores, los genes del padre suelen tener un peso mayor en esta determinación. La experta apunta que un niño tiene más posibilidades de ser alto si su padre también lo es.
Esto se debe a la existencia de al menos 700 variaciones genéticas que intervienen en la configuración de la estatura de una persona. Estas variaciones actúan de manera compleja y combinada, pero los datos sugieren que los factores paternos tienden a ser más determinantes en el resultado final.
Una herencia que va más allá de lo visible
Los hallazgos compartidos por Bresset ponen de manifiesto cómo determinados rasgos y predisposiciones que se transmiten de padres a hijos pueden tener implicaciones que van más allá de lo puramente físico. La edad del padre, su composición genética y sus características físicas contribuyen a definir aspectos clave en el desarrollo y bienestar de los hijos.
La genética, como explica la especialista, sigue siendo un campo apasionante y lleno de matices, donde aún queda mucho por descubrir. Lo que está claro es que, más allá de lo que podemos ver a simple vista, en cada nueva vida hay una compleja combinación de herencias que nos conectan con nuestros orígenes de formas que apenas comenzamos a comprender.




