Andreas Weber, biólogo y filósofo: "Los humanos deberían ser uno con la naturaleza y vivir de manera más salvaje de nuevo"
Tiene su propia visión de lo que debería ser la relación del ser humano con su entorno

Mujer y naturaleza / Ruben Earth

Jenni Simkin, investigadora del Instituto de Recursos Naturales de Finlandia, llevó a cabo su tesis doctoral en la Universidad de Helsinki haciendo un estudio sobre el impacto de los bosques gestionados de diferentes maneras en el bienestar humano, realizando unas pruebas de campo en las que se llevó a 66 participantes a varios entornos verdes para analizar cómo afectaba el contacto directo con la naturaleza en estas personas. Estaba enmarcado en la búsqueda de formas para frenar problemas tan acuciantes como los de la salud mental.
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Sus conclusiones, aunque advirtiendo que se requiere más investigación al respecto, fueron esclarecedoras, y como escribía la propia Universidad de Helsinki, "Simkin descubrió que los cuatro bosques tenían un efecto revitalizante". Se evidencia así cómo el contacto con zonas naturales despierta en los seres humanos un efecto positivo que viene desde tiempos ancestrales, cuando nos movíamos por ellos y eran nuestra zona de confort, aunque esta se fuera transformando hasta llegar a los entornos urbanos en los que nos asentamos en la actualidad.
Fernando Valladares, investigador del CSIC especializado en crisis ambiental y climática, habló en 2022 sobre este asunto en un estudio, asegurando que "el ser humano, en contacto con la naturaleza, se siente mejor. Y esto se ve, especialmente, donde el ser humano se siente peor, que es en los ambientes urbanos. Allí es donde hay más problemas de salud: cardiovascular, respiratoria, trastornos mentales o psicológicos...". Las evidencias científicas lo dejan de manifiesto, pero también hay argumentos filosóficos a los que agarrarse para ello.

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Una recomendación con raíces
El biólogo y filósofo Andreas Weber tiene una visión clara al respecto, como expuso en SWR. Explican en la web que este experto tiene enfoque sobre la humanidad, su entorno y la naturaleza que es bastante diferente al de otros colegas de profesión, puesto que él busca lo que define como "una poética de lo vivo". Defiende la importancia de que lo biológico no se vea relegado ni destruido a un ritmo cada vez mayor, cosa que ve cómo sucede con problemas provocados por nosotros mismos como el cambio climático o la extinción de especies, por lo que cree que nos enfrentamos a una crisis existencial y de pensamiento.
Él lo tiene muy claro y su recomendación para alcanzar un mayor bienestar general es que los humanos adoptemos estilos de vida indígenas. Es una vuelta a las raíces, a las culturas tradicionales, manifestando que estas no tienen ningún concepto de naturaleza, no existe una separación mental de los humanos, sino que todo es uno. Para ejemplificarlo, pide que nos fijemos en los niños, pues para ellos todo está vivo. Hablan con los juguetes, se relacionan con cualquier cosa que encuentran y todo lo miran como si tuviera personalidad propia.
Sin embargo, Weber es consciente de que volver por completo a la naturaleza es imposible, es un escenario irreal debido al progreso y el cambio de paradigma para una sociedad que vive en un mundo demasiado tecnológico y que no pude dar marcha atrás, aunque cree que "podemos brindar una atención más amable a otros seres que no son humanos". Considera ideas maravillosas cosas tan livianas como la de cortar el césped con menos frecuencia para que los insectos se sientan mejor y que estuviéramos más en simbiosis con ellos y el resto del entorno natural, puesto que en su pensamiento, volvernos un poco más salvajes o primarios arreglaría muchos de nuestros problemas en conjunto.




