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Un perro nada en el mar, su dueño espera que no se tope con una foca y enseguida se destapa el por qué

Una historia peculiar entre dos animales muy distintos

Perro nadando / Konstantin Trubavin / Aurora Pho

Perro nadando

Colm Keena tiene ahora un perro llamado Lenny, el cual se unió a su familia justo cuando comenzó la pandemia del coronavirus. Asegura que nunca ha sido un gran amante de los perros, pero disfruta de varias escapadas juntos, últimamente en el mar del Labrador, frente a la costa de Terranova, después de que una persona le dijera que "los labradores se beneficiaban de las visitas regulares al mar porque se criaban en Terranova para ayudar a los pescadores a recuperar sus redes", como escribía en The Irish Times.

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Va con su mascota a nadar, aunque asegura que no es una actividad del todo relajante porque el instinto animal lleva a Lenny a querer protegerlo y dirigirle a la orilla todo el rato, aunque disfrute de sus baños. Manifiesta que "cuando llega a la orilla, se sacude y se sienta en el borde del lavadero, mirando hacia el mar con una expresión en su rostro que sugiere un padre preocupado por la sabiduría de su decisión de haber dejado que su pequeño corriera sin correa", porque a veces los papeles pueden difuminarse algo.

"La relación con un perro puede ser una constante lucha sobre quién es el amo, pero no dejo que esta adopción del rol principal por parte de él me incomode demasiado. En el mar, cederle un poco de terreno a un labrador me parece apropiado", manifestaba Keena, quien había descubierto muchas cosas sobre esta raza desde antes de tener a su propio can, sobre todo en una historia que relataba en el artículo al encontrarse con otro de la misma especie, Arthur.

Sobre perros y focas

Explica que, antes de la cuarentena y el coronavirus, él solía ir con su pareja a nadar al mar, y una de esas veces encontró cómo, al salir de la orilla, un perro le adelantaba sin hacerle demasiado caso y se lanzaba al agua con decisión, casi como si su intención fuera llegar más allá, hasta la Isla de Man. Colm se preocupó un poco por si le pasaba algo porque se alejaba demasiado, así que compartió esa inquietud con una persona que apareció justo después del can nadador. Le dijo que se estaba alejando mucho, pero el hombre no se inmutó.

Era su dueño y le contó que el animal se llamaba Arthur, comentando con naturalidad que esperaba que esta vez no se encontrara con ninguna foca. Más tarde, Keena supo por qué el hombre esperaba que no se topara con una. "Había un partido en la televisión esa tarde (era media mañana) y si Arthur encontraba una foca con la que jugar, el hombre, a quien pertenecía el perro, corría el riesgo de perderse el saque inicial", escribe, porque "cuando encontraba a un amigo con quien jugar, Arthur, al parecer, podía aguantar un buen rato en el agua".

Asegura que un tiempo después tuvo la oportunidad de ver cómo ese labrador se reunía con una foca. "Se miraron uno al otro, con las puntas de sus hocicos de forma similar a pocos metros de distancia, y luego nadaron hacia adelante", explicando que chocaban sus hocicos, se sumergían para aparecer en diferentes lados y se preocupaban el uno por el otro durante su momento de juego. "Parecían dos buenos amigos pasándoselo en grande", comentaba un Keena que descubrió, tanto por Arthur como más tarde por Lenny, cómo los labradores tienen sus propios códigos, los cuales los llevan dentro de manera instintiva.

 

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