Un joven de 21 años gana un cochazo de lujo pero hay un problema: no tiene carnet de conducir

Hay muchísimos casos de personas que juegan la lotería durante toda su vida y no consiguen ningún premio mayor, es más, esto es lo más habitual. Si estás mucho tiempo comprando boletos, por estadística lo normal es que algo te toque, aunque sea recuperar lo que has invertido, pero ese sueño de ser millonario no te lo garantiza el adquirir muchos o alargando el probar suerte constantemente. Obviamente, en contraposición se encuentran los que sí tienen esa fortuna.

Por ejemplo, Julie Croker, una mujer de 63 años que invertía 30 dólares australianos al mes (casi 17 euros) en billetes de lotería vio cómo su insistencia fructificaba. Su marido le insistía en que dejara de jugar y que se guardaran ese dinero, puesto que llevaba casi dos décadas y media haciéndolo sin que les tocara nada significativo, pero ella se mantuvo firme y el tiempo le dio la razón. Ganó el primer premio de la lotería RLS Queensland de Australia.

Este no era el típico de simplemente un montante económico, sino que le tocó una mansión valorada en 3 millones de dólares australianos (alrededor de 1,67 millones de euros), 200.000 dólares australianos (más de 111.000 euros) en muebles y 800.000 dólares australianos (casi 445.500 euros) en oro. Y es que algunas veces estas rifas no solo atraen con dinero, sino que meten productos y artículos de alto valor para que las personas se decidan a comprar sus boletos. Así fue cómo un joven de Dresde (Alemania) decidió jugar.

Un premio que no puede usar

Johannes P., quien trabaja como jefe de turno en la recepción de un hotel de lujo, compró un billete de 10 euros de una lotería organizada por la empresa Omaze, quien afirma que colabora con organizaciones benéficas en campañas de recaudación de fondos. Así, la sorpresa vino para este chico de 21 años cuando descubrió que llevaba el boleto ganador, llevándose el premio que le otorgaba un Porsche valorado en 160.000 euros. "No me lo podía creer. Los huéspedes de mi hotel suelen conducir coches como estos", manifestaba el premiado, según escribe el medio alemán MDR.

Una alegría tremenda, pero no puede disfrutar de su coche por el momento. Y es que resulta que el chico no tiene carnet de conducir. Al parecer, estuvo apuntado en la autoescuela, pero la dejó después del primer intento, aunque ahora tiene una motivación extra para retomarla. "Me he inscrito en una escuela de conducción de alto rendimiento. Haré el examen en septiembre", dijo Johannes, quien tiene la clara idea de que el primer paseo en su flamante deportivo sea con su abuela.