Adiós a viajar a estos destinos: se activa el fenómeno conocido como "el turismo de la última oportunidad"
El cambio climático avanza y con él, una nueva forma de viajar

Playa de arena negra es Islandia. / Anadolu

En Islandia, Haukur Ingi Einarsson, un economista reconvertido en guía de glaciares, lleva más de una década mostrando a los visitantes las maravillas heladas del Vatnajökull, el glaciar más grande de Europa. Desde lo alto de Breiðamerkurjökull, una de sus lenguas glaciares, observa año tras año cómo el hielo retrocede. “En 15 o 20 años no podremos hacer estos recorridos como ahora”, advierte.
El cambio climático avanza y con él, una nueva forma de viajar se impone: el turismo de última oportunidad, definido como aquel motivado por el deseo de presenciar un paisaje o ecosistema antes de que desaparezca. Verlo antes de que sea demasiado tarde.
El atractivo de lo efímero
Aunque los desplazamientos en avión o ferry contribuyen a las emisiones contaminantes, eso no frena a quienes quieren contemplar glaciares, corales o ciudades costeras en riesgo. Islandia recibió en 2023 casi 2,3 millones de visitantes internacionales, un millón más que hace diez años. Un patrón que se repite en Groenlandia, Alaska, la Antártida y otras zonas en latitudes extremas.
Einarsson lo vive con sentimientos encontrados. Acompaña a grupos de turistas que quieren tocar el hielo antes de que se derrita, y aunque admite beneficiarse económicamente, afirma: “Preferiría que mi negocio sufriera antes que ver empeorar el clima”.
Durante las excursiones, aprovecha para concienciar a los viajeros sobre el impacto del calentamiento global. Muchos se emocionan al ver las consecuencias directas, pero el guía duda de que esa impresión se mantenga con el tiempo: “Quizás se identifiquen con la naturaleza mientras están aquí, pero una vez en casa... lo olvidan”.
“Es una paradoja”
Sebastian Mernild, profesor de la Universidad del Sur de Dinamarca, lo resume así: “Es perjudicial para el clima viajar tan lejos para ver lo que está desapareciendo. Es una paradoja”. En sus investigaciones ha seguido la evolución de 316 glaciares en todo el mundo: el 93 % se ha derretido.
Mernild recuerda que, aunque el término “última oportunidad” suene urgente, muchos glaciares pequeños aún tardarán entre 10 y 100 años en desaparecer. Sin embargo, la tendencia es clara y preocupante.
No solo es cosa del hielo
El fenómeno va mucho más allá del Ártico. Jackie Dawson, profesora de la Universidad de Ottawa, afirma que esta forma de turismo se está consolidando como una nueva categoría en auge.
Ciudades como Venecia, amenazada por la subida del nivel del mar, o las Maldivas, cuya existencia se ve comprometida en apenas dos décadas, encabezan la lista de destinos en riesgo. También ocurre con la Gran Barrera de Coral, donde el calentamiento del océano provoca blanqueamientos masivos. Un estudio en Australia reveló que muchos turistas viajan al arrecife porque temen que pronto desaparezca.
Un viaje con doble filo
Matias Thuen Jørgensen, investigador del Centro de Investigación Turística de la Universidad de Roskilde, cree que este tipo de turismo se alimenta de múltiples factores: curiosidad, prestigio social por “haber estado”, y el miedo a perder una oportunidad única.
“Siempre hemos tenido ganas de ver cosas nuevas, pero si a eso le añades que quizás no puedas hacerlo dentro de diez años, el incentivo se multiplica”, concluye.




