Un niño de 4 años tenía dificultades en la cola de la atracción y la encargada hace algo inesperado y conmovedor a la vez
Este hecho ha ocurrido en Noruega

PAM

No todos los días una cola para una atracción se convierte en una lección de empatía colectiva. Pero eso fue exactamente lo que ocurrió hace unos días en Jesperhus, un popular parque de atracciones danés, cuando Philip, un niño de cuatro años con dificultades del desarrollo, quiso subirse a “Los Cocodrilos”, una atracción infantil que despertaba su entusiasmo… y sus nervios.
Philip asiste a un jardín de infancia especializado y, como muchos otros niños con discapacidades no visibles, lleva ocasionalmente un cordón con dibujos de girasoles. Este símbolo internacional ayuda a señalar que la persona que lo lleva puede necesitar apoyo adicional.
“A Philip le cuesta mucho entender por qué tiene que esperar en la fila como los demás. Esa tarde ya estaba bastante saturado, pero quería probar la atracción”, contó su padre, Thomas Winther Luxhøj, al medio danés TV2 Nord. Ante la tensión creciente del niño, su madre se acercó a la fila, le entregó el cordón girasol a su marido y le dio ánimos para seguir esperando.
Una excepción oportuna
La situación cambió en cuestión de segundos. Desde la zona de embarque de la atracción, una empleada gritó: “¡Si queda alguien, aunque sea uno solo, que baje ya!”. Como nadie se presentó, Thomas y Philip aprovecharon la oportunidad y subieron. Pero fue la reacción del resto de los visitantes lo que hizo que ese momento se volviera inolvidable.
“Cuando empezamos a andar, varias personas que estaban delante nos dijeron: ‘¡Podías haberlo dicho antes! Podríais haber pasado directamente’”, recuerda Thomas. Aun así, él aclaró que no llevaban el cordón para saltarse la fila, sino para visibilizar la situación de su hijo.
Una ovación que lo dijo todo
Tras completar la vuelta en la atracción, padre e hijo tuvieron que recorrer el camino de salida en paralelo a la fila de espera. Lo que ocurrió entonces dejó a todos boquiabiertos.
“Un niño pequeño le levantó la mano a Philip para chocar los cinco... y de repente, todos los niños y padres empezaron a hacer lo mismo. Le decían: ‘¡Qué bien lo hiciste!’, ‘¡Eres un crack!’, ‘¡Vamos, Philip!’”, cuenta emocionado Thomas. El pequeño iba chocando las manos con todos, radiante, mientras su padre luchaba por contener las lágrimas.
El poder del símbolo
La historia ha emocionado en redes sociales y ha servido para poner en valor el uso del cordón de girasol. En las últimas semanas, este distintivo ha sido objeto de debate, especialmente en redes sociales, donde algunos usuarios han cuestionado su utilidad.
“Por momentos hemos dudado incluso en usarlo”, confiesa Sarah, la madre de Philip. Pero tras la experiencia vivida, ambos padres coinciden en que contar historias como la de su hijo es esencial para que la empatía y la inclusión dejen de ser la excepción.
Y aunque, como dice Thomas, “no fue el cordón lo que nos hizo avanzar en la fila”, sí fue un recordatorio de que un pequeño gesto puede abrir la puerta a grandes actos de comprensión y generosidad.




