Indignación y revuelo en redes ante el último truco de los restaurantes de Londres para inflar sus cuentas
El último caso estalló en el barrio de Islington

Adie Bush

En Londres ha aparecido una nueva tendencia en algunos restaurantes que, lejos de generar aplausos, está provocando un intenso debate. El último caso estalló en el barrio de Islington, en el restaurante The Pig and Butcher, cuando un comensal publicó en internet la foto de su cuenta y descubrió un cargo adicional inesperado: 1,45 euros bajo el concepto de “cena sin emisiones de carbono”.
La factura parecía normal: dos platos de carne por algo más de 63 euros, pan para compartir por 4,70 euros, dos copas de vino tinto por 11,15 y 13,50 euros, y una pavlova de fresa por 11,75 euros. Sin embargo, el total final sorprendió por ese añadido que, según el establecimiento, tiene un fin solidario.
El restaurante explicó que la recaudación de este recargo se destina a dos organizaciones benéficas: GiftTrees, dedicada a plantar árboles frutales en zonas empobrecidas, y StreetSmart, que presta apoyo a personas sin hogar en el Reino Unido. Según datos de 2025, el local asegura haber reunido más de 46.800 euros para ambas causas.
Aun así, la polémica estalló en redes sociales. Muchos clientes criticaron que se incluyera un cargo así sin consultarlo previamente, otros lo calificaron de “greenwashing” y no faltó quien lo comparase con las propinas obligatorias en Estados Unidos. El grupo Noble Inns, propietario del restaurante, defendió que la aportación es opcional y que cada mesa es informada antes de pagar, aunque no todos los usuarios creen que esta comunicación sea lo bastante clara.
El debate no se limita al Reino Unido. En Italia, las llamadas “facturas locas” se han hecho virales en más de una ocasión. En julio de 2025, por ejemplo, un grupo de turistas denunció haber pagado 923 euros por un almuerzo en el restaurante Il Rifugio dei Naviganti, en la isla de Ponza. Según el ticket, consumieron cuatro entrantes de langosta a 230 euros el kilo, un aperitivo, dos botellas de vino y agua. Los clientes acusaron al dueño de no mostrar los precios de forma transparente, mientras que el gerente defendió que estaban claramente visibles.
Ya sea por un recargo ambiental opcional o por un plato de marisco a precio de lujo, las redes sociales han demostrado que pocas cosas generan tanta indignación como una cuenta de restaurante que sorprende… y no precisamente para bien.




