Una beneficiaria del subsidio quiere regalarse un sofá de 2.000 euros: "Yo también quiero algo que nadie más tiene"
Dicha mujer recibe una ayuda mensual de 565 euros

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En el popular programa alemán Hartz und herzlich, que retrata la vida de personas que sobreviven con escasos recursos y muestran su día a día sin filtros, uno de los rostros más conocidos vuelve a dar que hablar. Se trata de Beate, quien vive en el llamado bloque verde del cuartel Benz y que, a pesar de su ajustada situación económica, ha decidido que es momento de redecorar su apartamento.
Beate, que recibe el subsidio ciudadano —prestación básica en Alemania que sustituye al antiguo Hartz IV y que actualmente asciende a 565 euros al mes—, ha manifestado que quiere cambiar por completo el aspecto de su salón. Entre sus planes figura la compra de un sofá XXL de lujo valorado entre 1.800 y 2.000 euros, al que piensa acompañar con otros elementos como un televisor nuevo, una alfombra y una mesa de centro.
La protagonista asegura que, aunque no dispone del dinero de forma inmediata, planea ahorrar poco a poco para poder permitirse estos caprichos. “Es caro. Solo el sofá probablemente cueste entre 1.800 y 2.000 euros. Porque se supone que es de pana. Aquí nadie tiene eso. Yo quiero algo que nadie más tenga”, afirma con determinación durante el episodio.
Sin embargo, su amiga Ela no comparte su entusiasmo y le aconseja que busque opciones más asequibles en diferentes tiendas. “Estás loca. Una mesa por 500 euros... Yo jamás en mi vida conseguiría una mesa por 500 euros”, le dice, sorprendida por las cifras que maneja Beate.
La idea de redecorar no se limita al sofá. El presupuesto total de la reforma que plantea Beate asciende a 3.500 euros, una cantidad considerable teniendo en cuenta sus ingresos actuales. No está claro cómo planea cubrir el gasto, ya que su prestación mensual apenas le permite cubrir gastos básicos como comida, suministros y alquiler.
Con su nuevo objetivo de transformar el salón, Beate vuelve a generar reacciones encontradas: para algunos espectadores, su deseo de mejorar su hogar es comprensible y legítimo; para otros, se trata de una elección poco realista dadas sus circunstancias económicas.




