La psicología revela el significado de acariciar a un perro por la calle
Ver a un perro y detenerse a acariciarlo no es un simple gesto

Anadolu

Ver a un perro y detenerse a acariciarlo no es solo un gesto espontáneo de ternura: según una investigación realizada por varias universidades estadounidenses, ese pequeño acto revela rasgos consistentes en quienes lo practican y, además, aporta beneficios inmediatos para la salud emocional.
El contacto con los animales no se limita a un momento de afecto. Tiene efectos fisiológicos comprobados: ayuda a bajar la presión arterial, estabiliza el ritmo cardíaco y reduce tensiones casi de forma instantánea.
Acariciar a un perro con frecuencia favorece el equilibrio emocional. En situaciones de incertidumbre o ansiedad, este vínculo constante con una mascota contribuye a disminuir los niveles de cortisol —la hormona del estrés— y a generar una sensación de calma y bienestar.
El estudio también identificó rasgos comunes entre quienes mantienen una relación diaria con perros. Se destacan por su paciencia, empatía y facilidad para crear lazos afectivos profundos. Además, suelen mostrar una marcada predisposición hacia la vida al aire libre: las rutinas ligadas al cuidado de los perros, como los paseos, fomentan hábitos más saludables y fortalecen la conexión con la naturaleza.
En definitiva, detenerse unos segundos para acariciar a un perro en la calle no solo alegra el día del animal y su dueño: también dice mucho sobre la persona que lo hace y, lo más importante, aporta un impulso positivo inmediato al bienestar físico y emocional.




