Ni perro ni gato: este hombre tiene un cocodrilo de mascota y los expertos hablan sin tapujos sobre su decisión
El animal mide un metro de largo y pesa seis kilos

Un cocodrilo. / Anadolu

En pleno centro de Finlandia, bajo el resplandor de los focos de una tienda de reptiles, vive Kalle, un cocodrilo enano de África Occidental de seis años. Con un metro de largo y seis kilos de peso, este animal sorprende a cualquiera que entra en Tropicals, el local que regenta su dueño, Tino Anttila, apasionado de los reptiles desde niño.
Anttila compró a Kalle a un criador danés cuando apenas cabía en la palma de su mano. Al principio vivió con él en casa, pero hoy ocupa un terrario en la tienda. “Es muy tranquilo, pero sigue siendo un cocodrilo. Cuando piensa que va a recibir comida, no distingue si son dedos o trozos de pescado lo que tiene delante”, explica.
El debate ético sobre las mascotas exóticas
La presencia de Kalle ha reavivado el debate sobre si es ético tener este tipo de animales en casa. La filósofa animalista Elisa Aaltola sostiene que no deberían adquirirse nuevas mascotas exóticas, e incluso incluye a conejos y roedores por su escasa historia de domesticación.
Anttila, en cambio, defiende lo contrario: “Si piensas que tener un reptil es más poco ético que tener un gato en un piso, para mí es al revés. Todo depende de cómo se cuide al animal”.
En su tienda se venden serpientes, geckos leopardo o pequeñas ranas venenosas, todos de granja. Sin embargo, la atracción por mascotas exóticas también genera problemas: el zoológico de Korkeasaari, en Helsinki, recibe constantemente llamadas de personas que ya no pueden hacerse cargo de serpientes, loros o tortugas que crecieron demasiado.
“Una tortuga puede vivir hasta 100 años. No todos piensan en quién se hará cargo de ella después”, recuerda Nina Trontti, directora de cuidado animal del zoológico.
Riesgos y problemas del comercio ilegal
Según Laura Pulli, cuidadora en Korkeasaari, antes de comprar un reptil lo primero que debe comprobarse es si cuenta con certificado CITES, que regula el comercio de especies amenazadas. El contrabando de animales exóticos es un negocio global comparable al narcotráfico: muchos mueren durante el transporte y las poblaciones salvajes sufren las capturas.
Un ejemplo es Schnappi, un caimán de frente lisa que vive hoy en el zoológico de Helsinki. Llegó como regalo a los dos años, pero su dueño no pudo mantenerlo cuando superó el metro de longitud.
“Un cocodrilo no cabe en una bañera ni en un acuario. Necesita un gran espacio acuático y pocos hogares pueden ofrecer esas condiciones”, advierte Pulli.
La pasión de un cuidador de reptiles
Anttila, de 33 años, convive con animales exóticos desde que tenía 9. Su familia siempre tuvo loros y serpientes, y él convirtió esa afición en su vida. Construir terrarios, replicar hábitats naturales y mantener las condiciones adecuadas es parte esencial de su trabajo. “Un reptil no es una mascota de regazo. La clave es recrear un entorno en el que apenas necesites intervenir en su vida”, afirma.




