En 1969 perdió su anillo y en 2025 lo recupera gracias a un detector, suerte y un buen consejo dado a tiempo
En su búsqueda, también encontró 1.469 monedas romanas
John Greim
Un recuerdo perdido hace 56 años volvió a las manos de su dueño. Al DiStefano, graduado de la Universidad de Fordham, perdió su anillo universitario mientras pescaba en Long Island en 1969. Nunca pensó que lo recuperaría.
El hallazgo lo hizo Dave Orlowski, un buscador de tesoros aficionado de Nueva York, que este verano utilizaba su detector de metales en las aguas poco profundas de Cedar Beach. Entre la arena, apareció el anillo intacto, con el nombre de DiStefano grabado. “Cuando lo levanté no podía creer lo grande que era y lo bien conservado que estaba”, contó Orlowski.
El valor material de la pieza ronda los 1.710 euros, aunque en 1969 DiStefano lo había comprado por apenas 94 euros. Orlowski pensó en quedárselo, pero su esposa lo convenció de devolverlo: “Sería un mal karma quedárselo”, le dijo.
Gracias a un grupo de Facebook, localizaron al dueño, hoy un oncólogo jubilado de 77 años que vive en Texas. La emoción de recibir el anillo original —imposible de reemplazar en su época por su elevado precio— fue enorme. “Estoy recuperando el tiempo perdido”, declaró DiStefano, que vuelve a lucirlo con orgullo.
Como agradecimiento, envió a Orlowski un paquete con productos típicos de Texas, un gesto que selló esta historia con un final entrañable.
Los cazadores de tesoros aficionados suelen protagonizar hallazgos sorprendentes. En Rumanía, por ejemplo, un detector de metales desenterró recientemente 1.469 monedas romanas en un campo cercano al pueblo de Letca Veche.
