Una niña de 11 años se hace millonaria tras dar con el invento que transformó la vida de su abuelo con Parkinson
Lo que empezó como un gesto de amor entre nieta y abuelo se convirtió en un éxito mundial

Dimitri Otis

Algunas historias nacen del cariño y acaban cambiando la vida de miles de personas. Es lo que ocurrió en 2014 con Lily Born, una niña de apenas 11 años que, inspirada por su abuelo enfermo de Parkinson, ideó un invento revolucionario: una taza diseñada para evitar derrames en personas con temblores. Lo que empezó como un gesto de amor entre nieta y abuelo se convirtió en un éxito mundial que generó millones de euros y sigue resonando más de una década después.
Todo comenzó cuando Lily, con solo nueve años, observó que su abuelo tenía dificultades para sostener una taza normal: el café y el té terminaban derramándose por los temblores que le provocaba la enfermedad. La pequeña se propuso encontrar una solución y creó una taza distinta a cualquier otra: con tres patas, que ofrecían estabilidad y evitaban que el líquido se volcara. Su padre quedó tan impresionado con la idea que decidió apoyarla y juntos lanzaron una campaña de micromecenazgo para financiar la producción.
La primera “taza canguro”, como la llamaron, se fabricó en plástico. Más tarde probaron con cerámica, aunque finalmente optaron por un plástico más resistente, con asas ergonómicas y patas más sólidas, pensado para mejorar aún más la vida de quienes lo necesitaban. El invento pronto se volvió imprescindible para personas con Parkinson y otros problemas de movilidad.
Hoy, Lily Born tiene 21 años y dirige su propia empresa, Imagiroo, desde la que continúa produciendo y vendiendo la taza que creó de niña. En su perfil profesional asegura que le apasiona el diseño, el prototipado y el marketing, pero también dedica tiempo a cantar, actuar y dibujar. Mientras tanto, sus tazas han llegado a miles de hogares. Se han vendido más de 1.000 de cerámica y más de 10.000 de plástico a través de plataformas como Kickstarter e Indiegogo.
El nuevo modelo de la Kangaroo Cup es irrompible y no solo sirve a personas con Parkinson, también es útil para niños o adultos que simplemente buscan una taza más estable. Su secreto está en tres patas integradas que amplían la base y mantienen un centro de gravedad bajo, además de asas grandes que facilitan el agarre incluso con manos inseguras.
Convertida en un producto icónico, esta taza es mucho más que un utensilio de cocina. Es la prueba de que una idea nacida de la empatía puede transformar la vida diaria de miles de personas en todo el mundo.




