La madre que sorprende a todos criando a su hija como si fueran los 2000: poco de móvil y mucho juego al aire libre
Su hija tiene 6 años

Una niña jugando con su bicicleta. / Eduardo Briones - Europa Press - Archivo (EUROPA PRESS)

En un mundo marcado por la hiperconexión digital, las agendas saturadas y la omnipresencia de las redes sociales, la escritora neoyorquina Erin Celletti decidió criar a su hija de casi siete años siguiendo los hábitos de principios de los 2000. Lo explicó en el portal The Everymom, donde subrayó que no se trata de rechazar la tecnología, sino de recuperar un estilo de vida más tranquilo y simple.
“Quiero que nuestra vida cotidiana se parezca un poco más a 2003 que a 2025”, escribió. Y bajo esa premisa organiza la rutina de su familia.
Celletti vive en las afueras de Nueva York y suele ir caminando con su hija a la escuela, a la biblioteca, al parque o a tomar un helado. Estos paseos, aparentemente sencillos, se convierten en oportunidades para conversar y observar con calma, lejos del ritmo frenético y de la necesidad de encadenar actividades.
En casa tampoco hay una renuncia total a la tecnología, sino un uso moderado. La niña ve dibujos animados mientras su madre prepara la cena o disfrutan de la tradicional noche de cine de los viernes, convertida en un ritual con mantas, luces tenues y comida temática. “En los 2000 ver la televisión era un momento especial, no un ruido de fondo constante. Intento recrear esa misma sensación”, explica.
La escritora también retrasa deliberadamente la presencia de su hija en redes sociales. Prefiere que sus tardes estén dedicadas a jugar al aire libre y a pasar tiempo con amigos, algo que le recuerda a su propia infancia.
Otro hábito heredado de los 2000 es hacer los deberes justo después de la escuela, cuando la concentración aún es alta. Solo después llega el momento de jugar o salir juntas. De igual modo, evita las compras online y lleva a su hija al centro comercial para hojear libros, probarse ropa o comer en algún puesto.
Las tradiciones familiares también tienen un papel clave. En la casa de los Celletti hay pizza los viernes, desayunos especiales los sábados y cena en el bar del barrio los jueves. “Son momentos que aportan estabilidad y se convierten en recuerdos de infancia”, asegura.
La apuesta de esta madre no es un viaje en el tiempo ni un gesto de nostalgia gratuita. Es un intento consciente de ofrecerle a su hija una infancia más pausada, más humana y menos dependiente de pantallas.




