Una estadounidense viaja a 90 países de los 193 reconocidos por la ONU: este es el que quiere repetir
Para esta ciudadana, todo ese esfuerzo ha valido la pena

Aurora boreal en Islandia en una foto de archivo / golf was here

Viajar por 90 países no es algo común. Requiere años de preparación, un gran esfuerzo económico, tiempo libre y una verdadera pasión por descubrir. Para una ciudadana estadounidense, todo ese esfuerzo ha valido la pena. Ya ha acumulado sellos en su pasaporte que la llevan a 90 países visitados, lo que significa que está casi a medio camino del objetivo de recorrer los 193 reconocidos oficialmente por la ONU.
Su regla de oro era clara: visitar cada lugar una sola vez y no repetir. “¿Para qué volver al Coliseo si todavía no he visto las Pirámides o la Antártida?”, explicó en una entrevista con Business Insider. Sin embargo, toda regla tiene su excepción. Islandia la cautivó tanto que rompió su promesa inicial. Lo ha visitado tres veces y asegura que es “el único lugar al que volvería una y otra vez”.
La primera vez llegó casi de casualidad, animada por una amiga que le enseñó fotos de cascadas, aguas termales, glaciares y campos de lava. Aquella decisión se convirtió en un punto de inflexión. Apenas aterrizó en Reikiavik, sintió una conexión especial con el lugar. Acostumbrada a los largos vuelos dentro de Estados Unidos, le sorprendió la comodidad de las cinco horas que separan Washington D. C. de Islandia.
El entusiasmo fue inmediato. En pleno centro histórico de la capital descubrió una calle pintada con un arcoíris, símbolo de la comunidad LGBT. “Fue una escena que me llenó de alegría y que jamás olvidaré”, confesó. A partir de ese momento comenzó a explorar una isla que parecía ofrecerle maravillas sin descanso. Visitó la Laguna del Cielo y disfrutó de un ritual de bienestar nórdico, caminó por playas negras formadas por volcanes, escaló glaciares, admiró cascadas imponentes y probó la gastronomía local. La combinación de aventura y relajación la conquistó por completo.
La hospitalidad islandesa terminó de sellar el vínculo. “Están orgullosos de su país y te hacen sentir parte de él”, recordó. Esa sensación de estar en casa a miles de kilómetros reforzó su decisión de regresar.
La segunda visita llegó poco después, casi por accidente. Un viaje familiar cancelado le dejó unos días libres y no lo dudó: volvió a la isla. Esta vez eligió un crucero de aventura con el que vio ballenas, cruzó el Círculo Polar Ártico y caminó entre campos de lava teñidos de colores. “Las vistas eran tan hermosas que parecían irreales”, dijo.
Pero todavía le faltaba algo. Quería ver con sus propios ojos la aurora boreal. Así que planeó un tercer viaje en invierno y descubrió una Islandia diferente, cubierta por la nieve. El instante en que las luces danzantes aparecieron en el cielo ártico fue, en sus palabras, “un momento que valió la pena el viaje por sí solo”.




