Una pareja trae un perro callejero de sus vacaciones en España pero las cosas no salen precisamente bien

La empatía y las ganas de ayudar a otros seres vivos es algo destacable y digno de elogiar, sobre todo cuando se hace con los más necesitados, sin embargo, a veces no siempre sale del todo bien para quien realiza estas buenas acciones, porque hay condicionantes externos que pueden echarlo todo al traste y, lo que debería ser un acto que llena el alma y deja un buen sabor de boca, se torna en problemas más o menos graves, a pesar de todo.

Algo así le pasó a Bart y su pareja, quienes estaban de vacaciones en España cuando se toparon con una inusual sorpresa. En Sudinfo escriben que mientras que muchas personas se traen de recuerdo algún suvenir o incluso piedras, arena o agua de la playa, hay que tener cuidado con lo que nos llevamos porque hay cosas que no pueden pasar las fronteras, más aún si lo que se decide llevar es una animal, como le pasó a estos belgas.

En Nieuwsblad, que se hizo eco de la historia, hablaron con ellos y les contaron que se encontraron un perro callejero que estaba en mal estado, "cojeaba y le costaba mantenerse en pie", manifestaba Bart. Les conmovió, le ayudaron y se encariñaron con él, más aún después de conocer que alguien lo había tirado de un coche hacía un par de semanas, por lo que decidieron acogerlo en su apartamento de vacaciones, aunque allí no dejaban tener animales.

"Y cuando volvimos a ponernos en marcha hacia Bélgica a finales de agosto, pensamos que no tendríamos problemas con las fronteras europeas. Roger se merecía una segunda oportunidad", así es como se llamaba el can y la pareja quería adoptarlo y llevárselo con ellos a su país, cosa que hicieron. El problema vino cuando llegaron a casa y, al poco tiempo, enfermó rápidamente. Todo se torcería de manera muy drástica.

Un duro golpe y consecuencias

Llevaron a Roger al veterinario, el cual les explicó que el bonito gesto para salvarle la vida podría tener graves consecuencias. "Dijo que podría ser portador de la rabia, una enfermedad mortal para los perros, pero también para los humanos", contaba Bart, mientras que en Sudinfo informan que la Agencia Federal para la Seguridad de la Cadena Alimentaria (FASFC) de Bélgica estipula que cualquier animal sin chip, pasaporte o vacuna debe entrar en cuarentena.

No tuvieron más remedio que mantener al perro aislado durante tres semanas. Mientras, les mandaban imágenes de Roger, el cual parecía estar bien, pero vino la fatalidad unos días después, cuando comunicaron que había fallecido debido a que su sistema inmunitario estaba muy debilitado. Por si fuera poco, además del dolor de la pérdida ahora se tienen que enfrentar al pago de las inyecciones, la cuarentena, la multa y el dinero para la autopsia y la cremación, que asciende en total a más de 1.000 euros, lo cual lamenta Bart, pues tiene la sensación de que "me están penalizando aún más cuando solo quería salvar a un perro abandonado".