Una herbolaria siempre planta esto a finales de otoño: son resistentes a enfermedades y producen una cosecha abundante
Un método algo peculiar que trae grandes beneficios

Tomates / Kate Wieser

Los amantes de la jardinería están acostumbrados a los métodos comprobados en los últimos años en los que la incidencia humana es bastante clara, utilizando productos químicos, herramientas que cada vez son más sofisticadas y métodos que se van actualizando. Es verdad que suelen ser de lo más eficientes y los resultados saltan a la vista, pero realmente nos estamos olvidando de que la naturaleza siempre se ha abierto paso por sí sola sin necesidad de nada ni nadie.
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En este sentido, Dominika Balčiūnė, una reconocida herbolaria residente en el distrito de Anykščiai (Lituania), se preguntaba si alguna vez hemos notado que un tomate demasiado maduro tirado en una pila de compost brota y crece después del invierno, como recogen desde Delfi. Y es que, según apunta, eso fue lo que se encontró y, en primavera, estos frutos que brotaron espontáneamente del compost dieron una buena cosecha, así que aprovechó el método natural que ofrece la naturaleza.
Basándose en esta experiencia, Balčiūnė afirma que los tomates pueden sembrarse antes del invierno. Todo por una prueba que le da la naturaleza y que la experta considera que es "un experimento que vale la pena intentar". Además, asegura que los condicionantes en los que llegan a crecer hacen que la cosecha tenga características diferentes a las que se suelen hacer por los agricultores normalmente en los últimos años. Ella explicó cómo hacerlo nosotros mismos, paso a paso.
Una nueva forma para los tomates
La herbolaria dice que, después de las primeras heladas, a finales de octubre y principios de noviembre, debemos cavar hoyos en el huerto, de 15 a 20 centímetros de profundidad, y en cada uno de ellos habría que meter un tomate entero. Esto es inusual, pero asegura que es clave para que el método sea efectivo. Después de ello, hay que cubrir el fruto con tierra, compactándola ligeramente y dejando unos 10 centímetros desde la parte superior del tomate hasta la superficie.
"Esparce 10-15 centímetros de de hojas secas (o más tierra) sobre las plántulas. Coloca una especie de caja encima para que el viento no se lleve el refugio", aconseja Dominika Balčiūnė, que además da más sugerencias sobre cómo actuar ante diferentes contratiempos. Dice que, cuando cae la nieve, hay que echarla encima de la caja, mientras que en primavera, cuando la tierra se calienta, hay que retirar las hojas si se han amontonado.
Con todo esto, de pronto brotarán un montón de plántulas de tomate en cada hoyo, teniendo que cubrirlas con algún material para protegerlas del frío. Una vez que los brotes hayan crecido, tenemos que desenterrarlos y plantarlos en los bancales. De esta manera, Balčiūnė señala que los tomates cultivados se adaptarán mejor al frío, ya que se endurecen de forma natural, siendo más resistentes a las enfermedades y con un mayor rendimiento al producir una mayor cosecha.




