Se va a buscar setas y acaban metidos en una pesadilla gracias a este ejército de insectos
La mujer se vio obligada a abandonar el bosque
C.R.D.O. Sierra Mágina
Mari Moilanen lleva más de 15 años recogiendo setas en los bosques de Mäntyharju, en el sur de Finlandia. Pero este año, su tradicional paseo entre abedules y abetos se ha convertido en una pesadilla.
La reconocida periodista gastronómica y bloguera relata cómo una invasión de moscas del ciervo —un tipo de tábano parásito que suele atacar a los alces— la ha obligado a abandonar el bosque. “Nunca me habían molestado tanto. No hacía falta estar mucho rato dentro para que un auténtico ejército me atacara”, cuenta.
Llevaba puesta su chaqueta antimoscas de siempre, pero esta vez no sirvió de nada: las picaduras traspasaban la ropa, y Moilanen acabó con la cara llena de manchas rojas y un bulto con picor en la rodilla. “Intentaban meterse en mis oídos, no podía concentrarme. Limpiaba la chaqueta una y otra vez, pero aterrizaban como si fuera un aeropuerto”.
En 15 años nunca había vivido algo así. Decidió compartir su experiencia en Instagram, donde recibió una avalancha de comentarios de otras personas afectadas en distintas regiones del país. Muchas sugerencias incluían remedios caseros: desde usar gorros de baño y trajes blancos de pintor, hasta impregnarse con gotas de alcanfor para repeler el olor.
Al día siguiente se animó a intentarlo de nuevo, pero en otro bosque. Allí, la situación era algo más llevadera.
Juho Matala, investigador especializado del Instituto de Recursos Naturales de Finlandia, confirma que el número de tábanos puede variar según la zona, y que su proliferación está directamente ligada a la presencia de ciervos y alces. “Donde hay más ciervos, hay más tábanos”, explica. Sin embargo, admite que no existe un seguimiento oficial de esta especie, por lo que no se puede confirmar si este año ha sido especialmente grave.
Lo que sí es claro, dice Matala, es que la mejor defensa es la ropa adecuada: prendas claras, puños y capuchas ajustadas, y en casos extremos, mallas o sombreros de red. Estos insectos suelen confundirse con figuras oscuras, similares a sus hospedadores naturales, los ciervos.
Además de la incomodidad, las picaduras pueden generar reacciones alérgicas, sobre todo en personas que han sido expuestas durante varios años. “Puede provocar erupciones molestas y persistentes, que se reactivan cada otoño con la llegada de estos insectos”, advierte.
Mientras tanto, Moilanen se lo toma con humor. “Si esto sigue así, saldré al bosque con el traje de pintor y un gorro de alce”, bromea. Pero también deja claro algo: la pasión por buscar setas no se le ha quitado, aunque este año tenga que esquivar más que solo ramas y raíces.