"Tu forma de pintar es como orina en la nieve": el estudiante criticado que pasó a ser una figura clave del arte del siglo XX
Un artista con un paralelismo claro con Van Gogh
Exposición de Richard Gerstl / picture alliance
A veces las experiencias en la niñez y la juventud temprana marcan a las personas hasta el punto de que pueden condicionar todo su futuro. Una serie de situaciones traumáticas con personas de mucha enjundia que no terminan de reconocer el talento y las virtudes, e incluso el menosprecio absoluto a estas o a la persona en sí pueden dinamitar todo, y es algo que lleva pasando desde que el mundo es mundo. Eso sí, de lograr sobreponerse, alguien se puede volver imparable. Una historia de una figura importante del siglo XX así lo demuestra, como recogen desde Il Dolomiti.
Silvio Lacasella firma un artículo donde repasa la vida y talento de Richard Gerstl, pintor nacido en Viena el 14 de septiembre de 1883, alguien que vivió de primera mano el rechazo, el cual por supuesto que le marcó, como plasman sus alrededor de sesenta lienzos y dibujos, donde vemos "una especie de válvula de escape expresiva, necesaria para representar un estado interior de alarmantes ansiedades existenciales, capaz de marcar irreversiblemente su breve y solitaria existencia". El autor del escrito explica que esa "energía imparable" la usaría para "liberarse de las elegantes limitaciones compositivas de la Secesión, que lo rodeaban desde que, a los 15 años, en 1898, contra la voluntad de su padre, se matriculó en la Academia de Bellas Artes de Viena".
Fue en esa época cuando el artista sufrió una de esas experiencias que pueden llegar a socavar todo. Tuvo un duro enfrentamiento con su maestro, Christian Griepenkerl, pero esto, lejos de amilanarle, dio comienzo a "una evolución estilística diferente que condujo a la disolución de la forma". Pero fue ese estilo disonante tan acusado lo que llevó al ataque de ira de Griepenkerl, quien llegó a gritarle con pura rabia que "tu forma de pintar es como orina en la nieve". Algo significativo en el fondo, pero que era solo una muesca más dentro de un alma atormentada.
Gerstl y Van Gogh, de la mano
En el artículo, Lacasella asegura que es fácil "trazar una trayectoria biográfica paralela entre Gerstl y Van Gogh", quizá separándoles aspectos como "el sentimiento de expectativa heroica, siempre presente en el 'sembrador' evangélico Van Gogh, incluso, y especialmente, cuando sus dramas personales se agudizan", mientras que la pintura de Gerstl representa motivaciones completamente diferentes. Este "no percibe las vicisitudes humanas como advertencias divinas. En él, los dramas personales carecen de justificación religiosa: son enredos inextricables que conducen, en el mejor de los casos, a la incomunicación y la soledad".
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En cuanto a los paralelismos, encontramos la brevedad de su carrera. Van Gogh pintó durante unos 10 años, Gerstl aproximadamente cinco, pero también destacan en Il Dolomiti similitudes en cuanto a "la marginación crítica, la casi ausencia de oportunidades de exposición, la intensidad de su llama emocional o la gran cantidad de autorretratos inquisitivos y despiadados". Siendo conscientes de sus propios límites, presentan una gran inquietud que, lamentablemente los llevaría al suicidio. Vincent a los 37 años y Richard a los 25.
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Los desencadenantes de este trágico final son muchos, pero el final de la vida del protagonista de esta historia vienen de muchos frentes. Además de todo lo comentado de su mundo interior, encontramos cómo, en 1907 y 1908, fue a vivir a casa del músico Arnold Schönberg y su familia, en el lago Traunsee, en la Alta Austria. Allí pidió que la mujer del compositor, Mathilde, posara para él en varias ocasiones, terminando por enamorarse e iniciar una relación a escondidas que, por supuesto, terminó siendo descubierta. Se escaparon juntos, pero ella regresó al poco tiempo con su marido.
"Este episodio amplió inevitablemente un vacío existencial ya existente en torno al pintor, hasta que Gerstl, después de haber destruido numerosos cuadros, cartas y documentos, en la noche del 4 de noviembre de 1908, coincidiendo con un concierto de alumnos de Schönberg, al que evidentemente no había sido invitado, optó por transformar ese vacío en silencio absoluto", escriben en el artículo. Así acabó de manera abrupta su vida, pero gracias a su hermano, quien recuperó y restauró sus pinturas, hoy podemos disfrutar de la obra de quien está considerado como "una de las figuras más representativas del arte de principios del siglo XX".
