La 'piscina secreta' en esta isla Española que solo emerge durante dos horas y luego se desvanece

Fuerteventura presume de más de 150 playas de arena blanca en sus 210 kilómetros de longitud, bañados por el sol durante todo el año. La isla canaria, célebre por el windsurf, el buceo y la presencia de delfines y tortugas en sus aguas, es ya un destino vacacional consolidado. Sin embargo, entre sus 340 kilómetros de costa se esconde una maravilla natural tan sorprendente como efímera: una piscina volcánica que solo se revela al visitante durante unas horas al día.

En Caleta de Fuste, en la costa este, millones de años de erosión atlántica han esculpido en el basalto negro una piscina de agua cristalina que queda al descubierto con la marea baja. El espectáculo, rodeado de paredes rocosas de intenso color oscuro, dura poco: “apenas dos horas después, el océano lo engulle sin dejar rastro”.

Una joya escondida junto a la zona turística

Lo paradójico es que esta formación se encuentra a solo unos pasos de uno de los centros turísticos más concurridos de la isla. Aun así, sigue siendo desconocida para la mayoría de los visitantes. Como resume un guía local que la incluye en sus rutas a pie: “La gente viene aquí por la playa y no tiene idea de que existe”.

El contraste entre el azul turquesa del agua atrapada y el negro volcánico de la roca convierte el lugar en uno de los rincones más fotogénicos de Fuerteventura. La piscina es accesible desde el paseo marítimo que conecta Caleta de Fuste con Nuevo Horizonte, un recorrido que regala vistas constantes del Atlántico y de la escarpada costa.

El factor tiempo

Para descubrirla, el reloj es clave: consultar las tablas de mareas es imprescindible antes de salir. Llegar en el momento equivocado significa encontrarse solo con un océano que ha recuperado lo suyo.

Caleta de Fuste, mucho más que playa

La localidad, a apenas siete kilómetros del aeropuerto, es un clásico de las vacaciones familiares. Su amplia playa de arena dorada está protegida del oleaje y resulta segura para los niños. Además, cuenta con campos de golf, puerto deportivo, centros comerciales y una variada oferta gastronómica. Restaurantes y terrazas con vistas al mar sirven pescado fresco y postres tradicionales canarios, completando la experiencia.

El encanto de lo efímero

Lo que hace especial a esta piscina natural es precisamente su fugacidad. “El visitante debe adaptarse al ritmo del océano” y, si acierta con el momento, obtiene a cambio un entorno sereno y casi secreto, muy diferente del bullicio turístico que lo rodea. Quizá esa sea su verdadera magia: “parpadear y desaparecer”.