Ya se habla de desastre ecológico tras la llegada de serpientes y millones de arañas en la pequeña isla del Pacífico
Este lugar es Guam, territorio estadounidense

Una serpiente, en una imagen de archivo. / Riadi Pracipta / 500px

Lo que un día fue un pequeño paraíso de bosques vibrantes y aves diversas en el Pacífico Occidental, hoy es escenario de una de las perturbaciones ecológicas más graves registradas. En Guam, territorio estadounidense, la llegada accidental de la serpiente arbórea parda (Boiga irregularis) tras la Segunda Guerra Mundial transformó el ecosistema hasta extremos insospechados.
Dos millones de serpientes, diez especies de aves desaparecidas
Transportadas probablemente en cargamentos militares, estas serpientes invasoras se expandieron hasta alcanzar una población estimada de dos millones de ejemplares. Su impacto ha sido devastador: de las 12 especies de aves nativas que habitaban los bosques, 10 han desaparecido por completo. Las dos que resisten lo hacen en cuevas o áreas urbanas, lejos de su hábitat natural.
El silencio de los bosques ha dejado secuelas: sin aves que controlen insectos ni dispersen semillas, el equilibrio se ha roto. Como advirtió un investigador, “los bosques de Guam sufren hoy una inquietante falta de canto de aves”, acompañada por explosiones de insectos y problemas de regeneración en el 70 % de los árboles nativos, dependientes de aves para reproducirse.
Depredadores sin freno
Los testimonios de los científicos reflejan la voracidad de estas serpientes. En 2018, la ecóloga Haldre Rogers relató cómo, en medio de una reunión en Guam, una serpiente se enroscó en un cerdo asado y comenzó a tragarlo entero.
Henry Pollock, director ejecutivo del Southern Plains Land Trust, explicó que “las serpientes comen indiscriminadamente y han sido vistas devorando animales casi de su mismo tamaño”. Estudios recientes revelaron incluso comportamientos inquietantes: polluelos de estornino silvestre (Såli) fueron hallados muertos y cubiertos de saliva de serpiente, aunque no siempre devorados. “El miedo no es irracional: matan incluso lo que no pueden tragar”, concluyó el equipo de Rogers.
El auge de las arañas
Sin aves, otro protagonista ocupa ahora los bosques: las arañas. Guam alberga hasta 733 millones de ejemplares visibles a menos de dos metros del suelo, unas 40 veces más que en islas vecinas como Rota o Saipán.
Las especies dominantes incluyen la araña bananera de vientre amarillo y la cazadora Heteropoda venatoria. Pollock lo describió con crudeza: “Cuando sales de excursión, lo común es que la persona que va delante lleve un palo para apartar telarañas”.
Los cálculos más amplios apuntan a más de 4.000 millones de arañas en los bosques de la isla: 4.064.000.000 de pares de ojos y patas, una imagen que ilustra la magnitud del desequilibrio.
El gobierno de Estados Unidos, que administra Guam desde 1899, invierte 3,8 millones de dólares anuales en frenar la propagación. El Departamento de Agricultura recurre a perros rastreadores en puertos y aeropuertos para impedir que las serpientes lleguen a otras islas, aún libres de la plaga.
Uno de los pocos experimentos exitosos se dio en la Base Aérea Andersen, donde se usaron cebos de paracetamol, letales para la especie, junto a una valla a prueba de serpientes. Dentro de esa zona, la población cayó de forma notable.
Pero la mayoría de los expertos lo tienen claro: “Replicar este éxito en el terreno accidentado de la isla es prácticamente imposible”.




