La pastora que pastorea un rebaño de mil ovejas: "A mis cuatro hijos les puse nombres de plantas"

Pamela Maggioni vive acompañada de un rebaño de mil ovejas que guía a diario, sin descanso ni en Navidad, Año Nuevo o Pascua. Con ellas recorre los prados de los Dolomitas de Ampezzo en verano y las llanuras de Pordenone y Aviano en invierno. A su lado no faltan burros y perros pastores, y tampoco los más de 52.000 seguidores de su canal de YouTube, Transumando, donde comparte vídeos de sus largas caminatas entre bosques, ríos y montañas hasta encontrar los mejores pastos. Si alguien le pregunta cuándo se toma un respiro frente a la chimenea, su respuesta es clara: "Nunca".

Hasta los veinte años, recuerda, intentó cumplir las expectativas de sus padres, que soñaban con una vida tranquila para ella tras años de trabajo duro en el campo. "Los satisfice mientras pude, pero no era feliz, así que decidí seguir mi naturaleza", confiesa. Renunció a su carrera de Ciencias Naturales en Trieste y comenzó a trabajar en diferentes fincas, podando viñas, cuidando huertos y atendiendo animales, incluso en la propiedad de Niccolò Ghedini, abogado de Silvio Berlusconi. Fue entonces cuando entendió que su camino estaba en la vida pastoril que la fascinaba desde niña.

"No fue fácil", admite. "Después de muchos sacrificios y fracasos, hoy puedo decir que lo logré. Incluso mis padres, que al principio no entendían mi terquedad, valoran mi elección". Y añade: "Nací para esto. Estar al aire libre los doce meses del año es lo que me da alegría y energía".

Su vínculo con los animales es profundo, aunque subraya que lo esencial está en las personas: "En la vida lo que importa es amar a los demás, comprenderlos y apreciarlos. Conformarse solo con amar a los animales es demasiado fácil". Por eso su vida no es un retiro, sino una elección consciente que combina trabajo duro, familia y naturaleza. Pamela es madre de cuatro hijos, dos chicos y dos chicas. "El mayor terminará Psicología en Padua, el segundo trabaja en una granja en Garfagnana, el tercero hace lo mismo que yo y el pequeño, de diez años, va a la escuela", cuenta orgullosa.

Los cuatro nacieron fuera de hospitales y llevan nombres inspirados en plantas: Castana, Aloe, Gelso y Edera. "Al acercarse el final de cada embarazo me prometía dar a luz en una clínica, pero siempre sucedía de otra manera", dice. "Crecieron conmigo, aprendiendo a conocer y respetar la naturaleza, incluso cuando se vuelve hostil".

No todo, sin embargo, es idílico. "Lo más delicado", reconoce, "es el encuentro con los lobos, que pueden atacar de día y de noche. Nunca puedes dejar al rebaño solo. Cuando estoy en las altas montañas, dormir en una tienda a 2.100 metros es duro: amaneces con mantas mojadas y con las tormentas encima… no es fácil". A eso se suma otro problema común al oficio: la falta de mano de obra. "Solo encontramos jóvenes rumanos, que ganan mejor aquí. Los italianos ni se acercan".

Con el final del verano, Pamela y sus ovejas recorren los prados de Cortina. El 12 de octubre desfilarán por Corso Italia en la tradicional fiesta de la Desmonteà, antes de continuar hacia las llanuras, pasando por Vodo, Zoppè y el Val di Zoldo. Una vida en movimiento que no es para todos, pero que atrae la atención de miles de personas que siguen sus vídeos.

"Muchas familias con niños con discapacidad vienen a pasar días enteros conmigo y con el rebaño", explica. "También hay jóvenes que, inspirados por mis historias, lo intentan, pero a los dos días se rinden y vuelven a casa. Para mí, en cambio, esta vida es la única posible".

Pamela se siente afortunada: "Estoy rodeada de animales que me dan cariño, vivo en paisajes tan hermosos que parecen un cuadro. La energía que saco cada día viene de ahí. La naturaleza y los animales dan tanto que nunca me siento sola, al contrario, me siento apoyada".