Incluso un padre "perdido" puede ser bueno: tres consejos de un experto de Harvard para que los niños crezcan felices
Hay que ir mucho más allá de la corrección de comportamientos
Niño con su padre / Leon Neal
La crianza de los hijos es complicada y a veces estresante, porque además de estar atentos a su bienestar físico o que no le falte de nada, tenemos que intentar que tenga una salud mental fuerte y un comportamiento adecuado, es decir, que tengan un aprendizaje idóneo que se vea replicado en su vida adulta. Y hay padres que pasan demasiado tiempo estresándose por los errores que cometen en esta ardua tarea, pero los expertos dicen que debemos quitarle un poco de hierro al asunto y no preocuparnos tanto.
Más información
Como recogen en CNBC make it, el profesor de la Universidad de Harvard y científico social e investigador de la felicidad Arthur Brooks escribe en su libro 'The Happiness Files' que "cometerás muchos errores, pero en su mayoría no importarán", por lo que es mejor dejar de estresarse por cada pequeño fallo como padre y dejar pasar las pequeñas cosas, aunque en ese momento parezcan más grandes. Lo que aconseja es centrarse de una forma más general, y esto pasa por dar un ejemplo positivo a los hijos y, sobre todo, otorgarles un amor incondicional.
En su escrito, el experto explica situaciones personales que ha tenido con sus tres hijos, como lo que le pasaba con las notas de uno de ellos cuando estaba en la secundaria, pero se dio cuenta de que cuanto más le cuestionaba los resultados, más se resentía su relación. Esto le hizo reflexionar y concluyó que le importaba más que fueran felices y buenas personas a sus calificaciones, por lo que se centró en hablar con él de valores que lo llevaran a ser una persona reflexiva, ética y responsable, lo que terminó siendo "un alivio para ambos". Y dio resultado. Su relación en la actualidad es muy buena y hablan todos los días.
"A pesar de todos mis errores, salió bien. Y probablemente, a tu hijo también le irá bien", escribe Brooks, quien igualmente no deja de lado que hay errores que no son menores y que pueden afectar al desarrollo de los niños, pero lo más importancia es controlar la reacción delante suya ante situaciones a las que querrías que actuara de una buena manera. Y es que la excesiva preocupación a errar también puede ser perjudicial para la salud mental de ambas partes. De tal forma, el profesor de Harvard da tres reglas que los padres deberían seguir para alcanzar "la virtud y la felicidad de sus hijos":
1. "Incluso un padre perdido puede ser bueno"
En CNBC make it explican que es normal que los hijos hereden muchos de los rasgos de personalidad de los padres por simple genética, pero la responsabilidad y la felicidad general están muy influenciadas por las acciones de los tutores, según Brooks. De esta forma, asegura que los errores paternales y maternales no tienen por qué afectar negativamente a los hijos, siendo más importante involucrarse en su vida de manera sana y brindarles estructura y metas, no simplemente centrarse en modelar comportamientos.
2. "Cuando no sepas qué hacer, sé cálido y cariñoso"
El amor incondicional es absolutamente clave para que los hijos sean felices y estén seguros de sí mismos, porque necesitan saber que sus padres siempre los querrán en cualquier situación, aunque fracasen en sus propósitos o tengan ciertos fallos. Brooks dice que "para que sean felices, la crianza que realmente importa es la calidez y el cariño. Tus hijos no necesitan un sargento de instrucción, ni Papá Noel, ni una madre sobreprotectora; necesitan a alguien que los ame incondicionalmente y se lo demuestre incluso cuando menos lo merecen".
3. "Sé la persona que quieres que tus hijos sean"
Solamente con decir lo que hay que hacer no basta, sino que hay que dar ejemplo. El científico social define a los niños como "detectores ambulantes de mentiras que siempre se dan cuenta de cuándo decimos una cosa y hacemos otra", por lo tanto, para que se conviertan en la persona deseada, hay que empezar por ser esa nosotros mismos. "Una buena regla general es preguntarse cómo te gustaría que tu hijo o hija se comportara como adulto en una situación determinada, y luego hacerlo uno mismo", y pone un ejemplo concreto de "cuando estás conduciendo y llegas a un atasco", momento en el que "no quieres que se enfade, así que no dejes que vea que te molesta a ti... Te gustaría que fuera generoso con los demás, así que sé generoso también".