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Un pasajero paga extra para estirar las piernas pero no contaba con la familia de curiosos: "Se quedaron allí casi todo el vuelo"

Una situación desagradable para él y sus acompañantes

Pasajero en un avión / Matej Kastelic / 500px

Pasajero en un avión

El avión suele ser el medio más atractivo para hacer viajes, sobre todo si son de bastantes kilómetros. Aunque tienen sus quebraderos de cabeza y sus hándicap, como el peligro de que se extravíe el equipaje, el propio miedo a volar, las turbulencias o aquello de tener que estar mucho antes en el aeropuerto para no tener problemas para subirte, normalmente suelen ser lo suficientemente cómodos y prácticos como para que sea un método más que elegible. Además, los precios se han democratizado bastante y hay muchas opciones de aerolíneas.

Estas también nos ofrecen ciertas opciones para que nuestro trayecto sea un poco más cómodo, como el poder elegir el asiento donde sentarnos o que ese lugar tenga algo más de espacio para acomodarnos un poco, todo ello pagando un extra sobre el precio normal del billete. Sin embargo, esto no te asegura tener un viaje tranquilo, porque hay factores externos que pueden afectar, como puede ser el resto de personas que están allí. Si no que se lo pregunten a un pasajero que pagó por un asiento con más espacio para estirar las piernas y casi no pudo disfrutarlo.

El hombre hizo una publicación en Facebook donde describió la situación que vivió, que fue estresante por momentos debido a una familia que decidió que podía moverse por allí como le viniera en gana, todo para satisfacer la curiosidad sin límites de los más pequeños. Este hombre vio cómo invadían el espacio por el que había pagado y hacían caso omiso a las quejas tanto del resto de pasajeros como de las llamadas de atención de los trabajadores, como explicaban en Focus, que se hizo eco de la historia.

La curiosidad mató la comodidad

En el post escribió que él, su hermana y su sobrina cogieron un vuelo y decidieron que les salía a cuenta seleccionar un extra de comodidad. "Pagamos 30 euros cada uno por asientos con espacio adicional para las piernas. Parecía que valía la pena para un vuelo de cuatro horas", explicaba el hombre, pero todo se torció cuando "un padre y sus dos hijos decidieron que la ventana de la puerta de emergencia justo al lado de nosotros era la cosa más fascinante que jamás habían visto". Ahí empezó todo el lío de esta historia.

Al parecer, permanecieron en ese sitio casi todo el vuelo, sin preocuparse del incordio que podían estar haciendo pasar a los demás. El autor de la publicación comentaba que se estaban "inclinados sobre nosotros, señalando, charlando en voz alta, y bloqueando completamente el espacio por el que pagamos extra", así que viendo que nada hacía efecto, decidieron llamar a la auxiliar para que les llamara la atención, pero ni con esas. "Tuvimos que llamar a la azafata tres veces para hacer que se movieran, pero siguieron volviendo después de unos minutos", se lamentó.

Tal fue la actitud cargada de pasotismo de esa familia que ya hicieron cabrear a la trabajadora aérea, que la tercera vez que tuvo que ir a hablar con ellos "les advirtió que esta sería la última vez que les diría que se muevan". Todo ello hizo que un vuelo que planificó para que fuera cómodo y disfrutable con su hermana y su sobrina, se vio empañado por estas acciones, haciendo que el hombre dejara una reflexión final: "A veces desearía que Europa fuera tan estricta como los EE. UU. con las listas de exclusión aérea".

 

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