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Los arqueólogos temen abrir la tumba de este emperador de hace 2.200 años y el motivo no es ninguna maldición

Un lugar lleno de historia que permanece sellado

Mausoleo de Qin Shi Huang / ae0816146146

Mausoleo de Qin Shi Huang

Qin Shi Huang fue el primer emperador de China y fundador de la dinastía Qin, así como el hombre que unificó el país por primera vez en el año 221 a. C. Así lo escribían en IFL Science en un artículo donde explican que estaba obsesionado con la inmortalidad y se cree que encargó numerosas expediciones para encontrar el elixir de la vida durante su reinado, aunque no es nada fácil encontrar rastros directos de estas búsquedas. Pero en 2020 dieron con un grabado que tenía la escritura del sello característico de su dinastía.

Estaba ubicado en la orilla del lago Gyaring, en la meseta tibetana, a una altitud de 4.300 metros, y en él se podía leer lo siguiente: "En el año 26 del reinado del emperador Qin Shi Huang, este envió a Wu Dafu Yi para guiar a algunos alquimistas en un carro al monte Kunlun para recolectar yao", que una interpretación posterior de Tong Tao, del Instituto de Arqueología de la Academia China de Ciencias Sociales, en un artículo sobre la reliquia, habló sobre esa búsqueda del elixir de la inmortalidad.

Con todo este contexto, podemos retroceder unos cuantos años en el tiempo. Más concretamente a 1974, cuando unos agricultores se toparon con un descubrimiento arqueológico en la provincia china de Shaanxi. Allí dieron con fragmentos de una figura humana hecha de arcilla, pero las excavaciones arqueológicas revelaron mucho más. Había pozos repletos de miles de modelos de terracota a tamaño real de soldados y caballos de guerra, acróbatas, funcionarios distinguidos y otros animales, como recogen en otro artículo de IFL Science. Unas instalaciones que se cree que se levantaron para proteger el mausoleo de Qin Shi Huang.

Todo esto está enmarcado en una gran necrópolis que rodea el mausoleo, habiéndose explorado y estudiado buena parte de esa zona, sin embargo, la tumba del emperador nunca se ha abierto, y no es por falta de intriga, ya que cabe la posibilidad de que estemos hablando de un lugar que nadie ha visto por dentro desde hace más de 2.000 años, pero hay razones para tener miedo a abrirla. Quizá en este punto hayas pensado en la creencia de las míticas maldiciones antiguas, pero las razones que se manejan distan mucho de cualquier cosa esotérica.

Razones sin maldiciones

Hay varios argumentos para esta reticencia, como la preocupación de los arqueólogos de que la excavación pueda causar daños importantes a la tumba que ocasionarían una pérdida de información histórica demasiado importante, ya que en la actualidad solamente tienen a su disposición técnicas arqueológicas invasivas. Igualmente, se han planteado otras no invasivas aunque sea para observar el interior del lugar, como el uso de muones, que permitiría ver a través de las estructuras, pero hasta el momento no se han llegado a materializar este tipo de opciones de manera real y están a la espera de que puedan ponerse manos a la obra con este tema de manera fehaciente.

Además de esto, se cree que podría estar repleta de trampas por los relatos del historiador chino Sima Qian, que un siglo después de la muerte del emperador escribía que la tumba está conectada a trampas explosivas diseñadas para matar a los intrusos que buscaran los "artefactos raros y maravillosos tesoros" que hay encerrados. Entre los peligros que estarían encerrados habría ballestas y flechas preparadas para disparar. Eso sí, si hay un temor alrededor de este lugar es el mercurio. Según los datos que se tienen, allí habría construido un mapa de la China de la época en la que se utilizó ese material para simular los cien ríos, el Yangtsé, el río Amarillo y el gran mar, y se hizo fluir mecánicamente.

El relato sugiere que si alguien quisiera entrar, una inundación de mercurio podría producirse. En el artículo de 2020 sobre la figura de Qin Shi Huang concluían diciendo que "es posible que mercurio altamente volátil se escape a través de grietas que se desarrollaron en la estructura con el tiempo, y nuestra investigación respalda los registros de crónicas antiguas sobre la tumba, que se cree que nunca fue abierta ni saqueada". Podemos ver así cómo el ser humano tiene localizado un lugar lleno de historia, pero ni 2.200 años de avances han podido con los medios de seguridad que el unificador de China preparó para protegerse después de la muerte.

 

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