Indignación en un pueblo por la flota de helicópteros de adinerados que compran en su tienda
Las quejas han sido numerosas y se ha iniciado una disputa con los dueños

Helicópteros / Marek Trawczynski

La tranquilidad de un pequeño pueblo del condado de Norfolk, en Reino Unido, se ha puesto en jaque por una disputa entre sus residentes y una empresa de la zona. Resulta que utilizan flotas de helicópteros para transportar a clientes adinerados a hacer compras en su tienda delicatessen, lo que ha hecho que las molestias por el ruido y los aterrizajes sean constantes, sin obviar los problemas que tienen aquellos que están en consumiendo en el lugar al aire libre, que ven su comida peligrar.
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El establecimiento se llama Thornham Deli y no es para nada barato, teniendo precios algo cuestionables como el de su sándwich de palitos de pescado, que cuesta 16,25 libras (más de 19 euros al cambio), o el cobro de 6,95 libras (alrededor de ocho euros) por un paquete de kétchup. Eso no es todo, sino que también están indignados con la actitud de la directora del negocio, Janie Thompson, quien ha sido acusada de "intimidación" y de ignorar las preocupaciones expresadas por los vecinos. Ante esto, la responsable habló en los medios de comunicación.
Thompson le dijo a Metro que aman a sus lugareños y no está de acuerdo con los comentarios que se vierten y quieren hacer ver como si estuvieran "en guerra con ellos", algo que asegura que "no es así". Además, considera que todo esto está fuera de tono y se escuda en la normativa porque "se permite el aterrizaje de helicópteros", manifestando que ha recibido todo tipo de calificativos desagradables, a lo que se resiste a decir nada porque "trabajo muy duro y mi equipo también", aunque no está para nada a gusto con esos comentarios en contra de su persona. Entretanto, la situación sigue siendo tensa, afirmando en el medio mencionado cómo las llegadas se intensifican.
Exponen que, en la mañana del sábado 11 de octubre, siete helicópteros aterrizaron en un campo detrás del establecimiento para que los pilotos y los pasajeros pudieran almorzar en el restaurante, algo que lejos de ser motivo de disculpa para la directora, provocó que sacara pecho en redes sociales publicando vídeos de la llegada. Esto ha hecho que los vecinos intenten buscar ayuda en diferentes organizaciones locales para que medien en la disputa. Ahí es donde ha entrado el Consejo Parroquial de Thornham.
Un tira y afloja constante
Andrew Jamieson, concejal de parroquia, distrito y condado, dijo que "los residentes han cuestionado el aterrizaje y despegue de helicópteros detrás del Deli citando contaminación acústica, vuelan bajo sobre las casas, el área de juegos y el salón, y no hay nadie supervisando los aterrizajes cuando hay perros y niños en el lugar", explicando que desde el consejo parroquial han acordado que debería haber comunicación con el propietario del terreno "para revisar el número de desembarques y garantizar que se hayan realizado suficientes evaluaciones de seguridad". Ante esto, Thompson no dudó en responder defendiendo el derecho de sus clientes a llegar en helicóptero.
Además de ello, mandó un mensaje muy polémico a los denunciantes: "Sin duda, en Thornham hay mucho más que quejarse de esto. Necesitan una vida". Recalcó también que el campo es privado, por lo que nadie debe estar en él cuando los aviones aterrizan o despegan. Mientras tanto, los comentarios de personas molestas se han seguido sucediendo, como el de una clienta que escribió en una publicación que hizo la organización sobre el tema, contando que ella y su esposo fueron allí unas semanas atrás y se sentaron al aire libre en la parte trasera, cuando aterrizaron dos máquinas. "Se posaron muy cerca, así que no solo era muy ruidoso, sino que tuvimos que tapar nuestras bebidas y comida para evitar que las hojas y otros residuos arruinaran nuestro brunch".
Esto dio como resultado que se marcharan antes de tiempo, porque igual que ellos, muchos de los que van, piensan que los helicópteros podrían aterrizar al otro lado del campo para no arruinar la experiencia de los demás comensales. Otro cliente expuso que el sitio era agradable, aunque muy caro, pero está barajando no volver por "la respuesta arrogante y con derecho de los dueños", pues considera que "no es bueno no colaborar con la comunidad local" y mucho menos "ir en su contra y disfrutar publicando el artículo como si fuera una victoria", calificando todo esto "de mal gusto".




