No es por rebeldía: usan resonancias magnéticas para descubrir por qué los adolescentes no escuchan a los padres
Un nuevo estudio da con la clave del cambio en la adolescencia
Ilustración de una madre y una adolescente / simplehappyart
Una de las etapas más complicadas para lidiar con los hijos es la adolescencia. Es más, posiblemente es la más difícil de todas. Estos empiezan a experimentar muchos más ámbitos y se empiezan a alejar del núcleo familiar en un proceso en el que las figuras paternas y maternas pasan de ser las prioritarias y casi únicas a quedarse en un segundo plano. Esto se ha relacionado siempre con un impulso de rebeldía de la edad, pero no es una cuestión de actitud, sino de pura biología, como ha revelado un estudio realizado por científicos de la Universidad de Stanford.
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Estos utilizaron escáneres de resonancia magnética para monitorear a personas de entre 7 y 16 años a los que pidieron que escucharan diferentes tipos de voces, entre las que estaban las de sus madres y las de desconocidos, mientras estaban acostados en el escáner para observar su actividad cerebral, tal y como escriben en JV Tech, que se hizo eco del tema. Los resultados fueron llamativos, pues pudieron observar cómo el cerebro sufre un cambio entre la infancia y la adolescencia temprana, sobre todo en las zonas de recompensa del mismo.
Esta se activaba de manera preferente con las voces de los padres en los más pequeños, pero los más mayores iban priorizando las voces nuevas y desconocidas gradualmente, lo que ha dado un nuevo enfoque a cómo el cerebro se va amoldando al venidero momento de tener que actuar por sí mismos. El estudio publicado en el Journal of Neuroscience explica que en el sistema de recompensa está implicado en la atención y el aprendizaje, cambiando la prioridad que le da a las voces en la adolescencia, cambio que también afecta a la corteza prefrontal ventromedial, que tiene que ver en la asignación de valor social a las interacciones.
Podemos ver que es como si estuviéramos programados para hacer más caso a los padres en la infancia, pero después se va relajando esa acción de manera progresiva hasta abandonar esa necesidad de seguridad y apego por la exploración y la socialización. Así pues, se pone de manifiesto que esto es una etapa normal del desarrollo y no actitudes rebeldes, habiéndose observado cómo los circuitos de atención inician esa transición entre los 13 y los 14 años, sin haber ninguna diferencia sustancial entre niños y niñas. Todo ello en una transformación prestablecida para volar del nido.
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Garantía para el desarrollo
En JV Tech recogen que esto pasa para garantizar la autonomía y la integración fuera del círculo familiar, por lo cual el cerebro tiene como un manual de instrucciones neurológicas que lleva a cabo hasta que los adolescentes se lanzan a una vida más individual buscando nuevos entornos, dejando de escuchar a los padres para ampliar sus relaciones. "Esta es una señal biológica que ayuda a los adolescentes a interactuar con el mundo y a establecer conexiones que les permiten ser socialmente competentes fuera de sus familias", explicaba Vinod Menon, autor principal del estudio.
Y entre las reflexiones finales, se hace hincapié que esto no debe ser motivo para que los padres se desentiendan o tiren la toalla con sus hijos, sino uno para intentar comprenderlos e interactuar de manera diferente y con otra perspectiva. Así, los expertos recomiendan cambiar la forma en la que nos comunicamos y aceptar una transformación cerebral que todos experimentamos y se antoja necesaria en el camino hasta la adultez.
