Baibing Chen, neurólogo: "Si quieres que tus hijos crezcan sanos, exponlos cuanto antes a alérgenos"
Una serie de reglas clave para un correcto desarrollo

Niño con cacahuetes / Tanawut Punketnakorn

El desarrollo cognitivo y la salud neurológica tienen un desarrollo largo durante muchos años, pero en los primeros de cada ser humano se produce con más fuerza y también con mucha importancia. Es por ello que debemos de tener ciertas precauciones y llevar a cabo acciones con los más pequeños para que esto se lleve de la mejor manera, sin obviar ninguna de las variables que influyen. Una de ellas es la alimentación, como explica Baibing Chen, neurólogo y epileptólogo de la Universidad de Michigan, en un artículo de CNBC Make It.
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Exponía que, como neurólogo, diagnostica todo tipo de patologías, "desde dolores de cabeza crónicos hasta enfermedades neurodegenerativas complejas", pero asegura que parte del trabajo más importante que realiza para proteger el cerebro "ocurre en la cocina de mi familia, mientras mi esposa y yo criamos a nuestros hijos". "La infancia y la niñez temprana son una ventana crítica de neuroplasticidad y crecimiento, y lo que les damos de comer a nuestros hijos puede afectar directamente su salud cerebral a largo plazo", escribe el experto, que también apunta algunos de los mejores alimentos para este contexto.
Para el cerebro, estos son los típicos y universales como "frutas, verduras y opciones ricas en fibra", pero su postura no es para nada restrictiva y sus hijos "tienen la misma dieta variada que la mayoría de sus amigos". Igualmente, su extenso conocimiento de nuestro órgano fundamental ha hecho que cree tres reglas clave en las que sí intenta mantenerse firme por la suma importancia que tiene en un correcto desarrollo cognitivo, especialmente durante la infancia.
Nada de miel antes del año
Aunque sea difícil de creer, el neurólogo dice que este alimento "puede ser mortal para un bebé, aunque sea en raras ocasiones", debido a que "contiene esporas de la bacteria Clostridium botulinum, incluso en pequeñas cantidades y en alimentos cocinados", para lo que el tracto gastrointestinal de los infantes no está "lo suficientemente maduro ni diversificado" como para superarlas, por lo que podrían germinar y "convertirse en bacterias activas que producen la neurotoxina botulínica", que puede causar "botulismo infantil, una forma rara pero extremadamente grave de intoxicación alimentaria".
Lo que hace esa toxina es atacar el sistema nervioso, provocando debilidad muscular. "Los bebés pueden presentar llanto débil, reflejo de succión deficiente y disminución del tono muscular. En casos graves, puede causar parálisis de los músculos respiratorios y provocar insuficiencia respiratoria e incluso la muerte", argumenta el experto haciendo referencia a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y la Academia Estadounidense de Pediatría, que inciden en que "no se les debe dar ningún alimento que contenga miel cruda o cocida".
Exponerlos tempranamente a alérgenos comunes
Aunque durante mucho tiempo se instaba a los padres a retrasar la exposición de sus hijos a alérgenos comunes como el cacahuete y el huevo, esto puede "aumentar el riesgo de desarrollar una alergia alimentaria grave". En referencia a los estudios científicos al respecto, se ha respaldado científicamente "la introducción temprana de alérgenos comunes, como el huevo cocido, y han demostrado que esto ayuda a proteger contra el desarrollo de alergias", por ello, explica que esto lo llevó a rajatabla en su propia experiencia
"Una vez que mis hijos estuvieron listos para los alimentos sólidos —normalmente entre los cuatro y los seis meses, dependiendo de sus factores de riesgo—, mi esposa y yo introdujimos alimentos altamente alergénicos, como cacahuetes y huevo cocido, según su edad. A partir de entonces, los mantuvimos en rotación regular para fortalecer su sistema inmunitario y su cerebro", asegura Chen en su artículo para CNBC.
Dejar las bebidas azucaradas en la infancia
Las calorías líquidas y edulcorantes no nutritivos no son buenas para los menores de un año, es decir, zumos, refrescos, o aguas azucaradas deben obviarse. "El exceso de azúcar puede causar estrés metabólico y activar vías de recompensa similares a las de las sustancias adictivas. Además, se ha relacionado con problemas de aprendizaje y memoria", explica Chen, que puntualiza que "incluso pequeñas cantidades de bebidas azucaradas en la infancia se asocian con un mayor riesgo de obesidad en etapas posteriores", además de que la exposición temprana "puede reforzar la preferencia por los alimentos dulces durante toda la vida, lo que podría influir en la regulación emocional y el comportamiento a lo largo de los años".
"Antes de que mis hijos cumplieran un año, la leche materna era su principal fuente de nutrición. Después de unos seis meses, introdujimos agua en pequeñas cantidades con alimentos complementarios. Y desde entonces, han estado bebiendo principalmente agua y leche", afirma el doctor Baibing Chen, quien cree que "es mejor enseñar a nuestros hijos a tomar buenas decisiones que imponer restricciones estrictas a medida que crecen".




