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Un estudio alerta a la Generación Z: han perdido 12 habilidades valiosas que eran clave para "la infancia más exigente"

El contexto de antaño dotó de ciertos valores que ahora se habrían esfumado

Chica en una motocicleta retro / Hello World

Chica en una motocicleta retro

Las personas de la generación X, como se suele llamar a los nacidos entre los años 60 y 80 del siglo pasado, fueron considerados como "los grandes perdedores de este tiempo" en un artículo publicado por The Economist que se basaba en datos como los reflejados en la encuesta realizada por Ipsos en 30 países, determinándose que son los grandes olvidados de todos los debates, viendo cómo el foco se suele poner en los millenials, la generación Z e incluso en los baby boomers. Además, se dice que tienen una realidad actual algo más complicada que los mencionados, pero hay algunos aspectos que les benefician.

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Un estudio de Cottonwood Psychology describe que las generaciones que crecieron en las décadas de 1960 y 1970, lo hicieron en un contexto de profundos cambios sociales, económicos y culturales, y aunque tuvieron "una infancia más exigente", desarrollaron una serie de habilidades que se han ido perdiendo con el paso de las décadas. Sin internet, teléfonos móviles y con muchos menos recursos en la vida cotidiana, tenían una autonomía mucho mayor en la que el error era la tónica general como parte del aprendizaje y la resiliencia. Esas experiencias moldearon sus personalidades, valores y estrategias emocionales de manera diferente, señalándose 12 habilidades que se han perdido.

1. Entretenerse sin pantallas

Sin televisiones en cada habitación, consolas, videojuegos, tablets y teléfonos inteligentes, el aburrimiento no era una emergencia, sino una una oportunidad para crear y fomentar la imaginación. Los niños hacían vida en la calle inventando juegos y construyendo historias simplemente con lo que disponían en ella, sin cientos de artículos comprados para un fin concreto, sino que a cualquier se le daba el sentido que se necesitaba. Esto, aunado a la lectura, fortaleció la capacidad de estar en soledad y también disfrutar la creatividad propia sin depender de estímulos.

2. Descubrir cómo resolver problemas sin aplicaciones

Los buscadores y la navegación satelital nos ha facilitado mucho la vida en diferentes aspectos, teniendo a golpe de clic todas las respuestas y caminos que necesitemos, pero antes había que investigar en enciclopedias, preguntar a las personas que encontraban o consultar a algún experto en la materia para llegar a las conclusiones, lo que agudizaba el pensamiento crítico y la habilidad de resolver problemas en el caso de la orientación, pues había que enfrascarse en descifrar esos enormes mapas de papel y tener encima de la mesa el muy probable escenario de que podían perderse. Es decir, aprendieron a base de intentar y fallar.

3. Endurecerse superando cosas

Ahora los padres son mucho más atentos a cualquier cosa que pasa con sus hijos, incidiendo mucho más en sus sentimientos, ocurrencias o inquietudes, algo que está muy bien y ha sido un avance importante en la crianza de los hijos, pero antes se solía adoptar una posición mucho más dura frente a las emociones, donde frases como "no llores" o "ya estás bien" estaban a la orden del día. Esto enseñó a cómo afrontar las vicisitudes, aunque también tuvo un impacto negativo, porque de manera general hay quien esconde los sentimientos y no expresan sus emociones abiertamente, con lo que esto supone para una persona.

4. Ver, oír y callar

Los niños no tenían casi voz ni voto, por lo que se les instaba a que simplemente se quedaran como observadores silenciosos sin capacidad de intervenir, al menos no hasta que fueran capaces, o se pensara que lo eran, de entender correctamente el comportamiento de los adultos. Si bien, aunque los ha hecho más incisivos y respetuosos en algunos aspectos, también puede haber tenido impacto en dificultades para expresar sus opiniones incluso en la edad adulta.

5. La privacidad es un privilegio

Las familias solían ser bastante más numerosas y los hermanos compartían habitación, juguetes e incluso heredaban ropa y libros, así como los teléfonos eran comunitarios y los espacios personales bastante escasos. De esta manera, estas personas aprendieron a valorar mucho más la privacidad, que para ellos era un privilegio y no un derecho, así como el ser independiente y el pasar tiempo a solas.

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6. Trabajo como supervivencia

Trabajar duro era una obligación que garantizaba estabilidad y respeto, lejos de la visión que se tiene hoy día que ha incorporado en un lugar muy destacado en el mundo laboral la vocación, la búsqueda de pasión o la realización personal. Asimismo, la necesidad hizo que el esfuerzo sea innegociable y que se valore mucho más un empleo en épocas algo menos gratificantes.

7. Ser valiente sin importar las circunstancias

Los padres y los adultos demostraban más fortaleza en situaciones como pérdidas, dificultades económicas o estrés cotidiano, porque estaba más a la orden del día y por el hecho de que no tenían otra que seguir, no podían parar. De esta manera, pudieron experimentar cómo esas figuras les enseñaba que la resistencia y el sostén emocional propio y de los demás era una norma, generando también la empatía y la capacidad de afrontar las dificultades.

8. Testigos de grandes cambios sociales

Esa época del siglo XX estuvo marcada por innumerables momentos históricos, con movilizaciones por los derechos civiles, cambios culturales y debates públicos sobre igualdad y justicia que vivieron los niños que crecieron en ese momento rodeados por ellos, marcando la infancia de muchos, demostrándoles que la evolución y el cambio es una parte natural de la vida y que lo más importante suele nacer de los esfuerzos colectivos y los debates difíciles.

9. El estrés financiero era normal

Además de cambios para bien, también había muchos para mal y dificultades varias, sobre todo a nivel financiero. Vivieron inflación, incertidumbre económica y conversaciones sobre dinero en sus casas porque, normalmente, escaseaba y tenían que buscar soluciones para cubrir todas las necesidades de la familia. Esto enseñó a valorar cada recurso, ahorrar y ser práctico con las finanzas personales, aunque dejó el poso de una inseguridad y quizá miedo permanente a posibles percances en este sentido.

10. Aceptar que la salud es un asunto personal

Ahora vamos al médico por casi cualquier cosa que nos ocurre, primero porque es lo recomendable y segundo porque hay los avances necesarios como para que tengamos una respuesta para cualquier problema, pero antes las visitas al médico se reservaban para enfermedades claras y visibles, sin olvidar que la salud mental era un tema aún más tabú. Todo esto les generó autosuficiencia, pero también la incapacidad de pedir ayuda en ciertas ocasiones.

11. Contar primero con amigos, vecinos y comunidad

En aquella época, el sentido de vecindario era mucho mayor y se brindaban apoyo mutuo de manera cotidiano, un sentido comunitario que aportó a quienes lo vivieron la enseñanza de que "las relaciones humanas cercanas construyen redes de apoyo reales y duraderas".

12. Comprender que son más resilientes de lo que creían

La vida era bastante más dura y los problemas también, llegando a sobrevivir a todos los desafíos que se le presentaban sin el apoyo que hay en la actualidad. Estas vivencias inculcaron una resiliencia profunda sin saberlo, dotando a esas personas de "la capacidad de adaptarse, recuperarse y continuar creciendo tras las dificultades".

 

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