El PP se va de Javierada con una bandera del Requeté

Pamplona

El Partido Popular de Navarra acelera desde principio de año, cuando UPN decidió romper Navarra Suma, su campaña para presentarse de nuevo en solitario, como hizo en 2011 y 2015. Proceso en el que están participando activamente miembros de la dirección nacional del partido que, prácticamente cada semana, visitan Navarra para respaldar la candidatura de Javier García al Parlamento Foral. El último, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, que presentó las candidaturas de la Ribera el pasado sábado 4 de marzo y también realizó el tramo entre Sangüesa y Javier el domingo, dentro de la peregrinación anual al castillo del patrón católico de la comunidad. Expedición del PP en la Javierada que contó con abrigos con el logotipo del partido y encabezada por una bandera de España que en vez del escudo oficial contaba con el anagrama del Sagrado Corazón de Jesús. Bandera que, junto a la blanca con el aspa de la cruz de San Andrés, es símbolo tradicional del Requeté, la milicia armada del carlismo radical, protagonista de la represión violenta en Navarra durante los primeros tiempos de la dictadura franquista.

La imagen con esa bandera de reminiscencia ultra la publicó en sus redes sociales el propio partido y también su presidente, Javier García, junto con otras fotos de la peregrinación de la que resaltaban el "mejor ambiente" y proclamaba; "De Javier al cielo". En la imagen, eso sí, no se identifica a quien porta la enseña. El uso del Sagrado Corazón de Jesús es relativamente reciente dentro de la historia católica, ya que se comienza a hacer popular a principio del siglo XIX y como reacción a la llegada del liberalismo político. "Fue usado como distintivo ya por los realistas durante la Revolución francesa", señala el doctor en Historia Javier Dronda, especialista en la relación entre la Iglesia y el poder político durante la II República en Navarra. Apunta a que durante el siglo XIX este símbolo se ligó al denominado reinado social de Cristo, "una concepción política confesional e incluso teocrática que defendía la preminencia de la Iglesia no sólo en cuestiones religiosas sino también en el orden temporal". Recuerda Dronda que en ese momento, la Iglesia estaba perdiendo la influencia casi omnipresente que había tenido en la Europa católica y "respondió difundiendo devociones como esta o su derivación de Cristo Rey en los años 20 como símbolos de una identidad católica militante antiliberal que en última instancia reclamaba que la autoridad civil impusiera el catolicismo a la población".

Esta reacción a la separación entre religión y gobierno ciudadano fue especialmente intensa en España, donde la jerarquía católica "las interpretó de manera todavía más integrista que como lo hacía el Vaticano de acuerdo con eso que se acabaría llamando el nacional catolicismo la identificación entre religión católica y nación española de tal forma que quienes no fueran católicos eran automáticamente la anti España, traidores a su esencia nacional". Durante el reinado de Alfonso XIII, antes de la llegada de la República, se entronizaban figuras del Sagrado Corazón en instituciones al son del himno nacional y el propio rey consagró el país a esta devoción. Su uso como símbolo político fue especialmente intenso por parte del Requeté, los grupos armados organizados por el Partido Carlista que tuvieron un papel muy activo en los sucesivos golpes contra la legalidad republicana, especialmente a partir del 18 de julio de 1936. Javier Dronda destaca el uso que hace de él "la extrema derecha carlista" para proclamar que "quien no fuera católico o más bien que no entendiera el catolicismo como ellos no era un verdadero español".

Los requetés, protagonistas de la gran mayoría de los asesinatos políticos cometidos en Navarra, más de 3000, durante los primeros meses de dictadura, utilizaban el Sagrado Corazón tanto en enseñas como la que llevó la expedición del PP a Javier, como en los escapularios que todos los combatientes llevaban en su pecho. "Detente bala, el Sagrado Corazón me protege", se leía en el adorno que los milicianos tradicionalistas llevaban en su uniforme.