El municipio navarro de Puente la Reina festeja este sábado el centenario de su órgano
El concierto ha sido organizado por la Asociación Navarra de Amigos del Órgano (ANAO) en colaboración con la parroquia de Santiago
Pamplona
El pasado 25 de julio, el órgano Amezua y Cía de la Parroquia de Santiago de Puente la Reina cumplió su 100º aniversario, y con tal motivo este sábado tendrá lugar un concierto a las 20.15 horas organizado por la Asociación Navarra de Amigos del Órgano (ANAO) en colaboración con la parroquia de Santiago. El concierto contará con la participación del organista Álvaro Cía, quien ofrecerá a los asistentes un programa diseñado para explorar las diversas posibilidades tímbricas del órgano. El órgano de Santiago, construido en 1924 en Hernani por la casa Amezua y Cía, sucesora del maestro organero Aquilino Amezua, se erige como un testimonio vivo de la tradición de la organería romántica española. El órgano de Santiago, construido pocos años después de la muerte de Aquilino Amezua, representa fielmente los criterios constructivos del maestro. A diferencia de otros órganos posteriores, como el de Llanes (Asturias) construido dos años después, el órgano de Santiago conserva íntegramente el estilo original de Amezua. Este hecho, junto con la escasez de órganos de Aquilino que han llegado a la actualidad en estado original, incrementa el valor histórico y cultural del órgano de Santiago.
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Con el paso del tiempo, el instrumento había experimentado un progresivo deterioro, lo que llevó a la Parroquia de Santiago, con la colaboración de numerosos feligreses, a emprender una reparación durante los últimos meses. Las tareas de restauración han sido llevadas a cabo por el experto organero Rubén Pérez Iracheta y han incluido la reparación del sistema de alimentación de los fuelles, el reajuste y reparación de la máquina neumática, ajustes de la mecánica, limpieza y rearmonización de más de 1.400 tubos, así como la subsanación de problemas eléctricos. Además, se han reinstalado las palancas originales que permitían accionar los fuelles de forma manual, preservando así las prácticas tradicionales anteriores a la instalación de los ventiladores eléctricos.