La Ventana de Navarra
Economía y negocios

La niña china que vendía rosas en Iturrama

Maite Huang es hoy una empresaria arraigada en Navarra con negocios en hostelería y sector inmobiliario.

Maite Huang, emprendedora china en Navarra: "Siempre quiero aprender más"

Pamplona

Cuenta Maite Huang que llegó a Pamplona con su familia en 1996 y sin saber ni una palabra de español decidió buscar sus primeros ingresos vendiendo rosas que ofrecía a la clientela en los locales de la calle Iturrama en Pamplona. "El colegio no me gustaba mucho, no era buena estudiante; yo quería trabajar pero estaba en edad escolar. El castellano me parecía muy difícil con tanta gramática, tanta conjugación de verbos...Vi a una paisana que vendía rosas y me pareció un buen negocio, sin tener que estar dada de alta en la Seguridad Social...." Fueron los inicios de Maite en tierras navarras. Entonces era una niña de 13 años. "Iba por los bares de la calle Iturrama, por las noches, siempre llenos de gente. Solo decía 'Hola. Rosa' y el precio -aún en pesetas-, lo señalaba con los dedos. Y los navarros muy listos, siempre me entendían perfectamente y siempre me daban de más", explica esta mujer dicharachera que con los años se identifica por mentalidad como una Navarra más después de casi tres décadas aquí.

Hoy Maite Huang dirige un conocido local de hostelería en el barrio de San Juan, La Taberna del Cuto, que adquirió en 2006, y una inmobiliaria en la avenida de Pío XII junto con un socio pamplonés, Carlos Pérez Pou. En cuanto a la trayectoria en la hostelería, Maite Huang empezó en un bar en Ansoáin en 2003. Explica el interés que ella y su marido pusieron en aprender a elaborar los pinchos típicos y más habituales en Navarra, empezando por la tortilla de patatas. "Era joven y tenía muchas ganas de aprender. Al principio mi marido tiraba un montón de patatas y huevos en las pruebas hasta que le salió bien la tortilla y los clientes nos dijeron que les gustaba más que las de aquí". En el año 2006 la pareja se propuso dar el salto al centro de Pamplona y adquirieron un local que llevaba un tiempo cerrado en el barrio de San Juan, La Taberna de Cuto. "Me costó mogollón levantarlo, pero los trabajadores, si tienen ganas, siempre salen adelante", defiende. Y asegura que en el bar ha aprendido mucho, también a mejorar el español, que habla con absoluta soltura. Y allí conoció a Carlos Pérez Pou, que le convenció para montar una inmobiliaria. "De una camarera de bar a dar el salto a una comercial... yo tenía mucho miedo por vender bien los pisos, hacer bien los contratos, pero él me animaba y yo quería probar cosas nuevas y aprender y ahora funciona bien". Un negocio que permite a Maite Huang mantener lazos con compatriotas que desean emprender negocios en Navarra y necesitan de locales o viviendas donde afincarse. Y es que la población china en Navarra sigue aumentando. Maite calcula que son en torno a 2.000 en esta Comunidad. De hecho, ella preside la Asociación de Chinos en Navarra: "En la comunidad china estamos encantados aquí; esta es una provincia tranquila, con mucha seguridad", apunta.

En La Ventana de la Empresa navarra también hablamos con Maite sobre cómo encuentran financiación para los negocios. Defiende que no es cierto que no recurran a los bancos para obtener préstamos, pero sí que en la medida que pueden se prestan entre ellos. "Yo tengo casi 40 primos aquí", cuenta. "Si cada uno me deja 2.000 euros, ya tengo 80.000". Maite se reconoce como una jefa "dura para el trabajo". "Exijo mucho, pero en otras cosas soy buena porque todos los trabajadores somos amigos", afirma. Y admite, "siempre estamos pensando en trabajar, eso es por la raza", asegura. "No nos importan las horas, pero después del covid estamos mejor, los bares cierran, cogemos vacaciones". Pero admite que no quiere que sus tres hijos trabajen tanto como la hecho ella hasta ahora y hace suyo el tópico que los occidentales hemos alimentado durante muchas décadas: "A mí me gustaría que mis hijos trabajaran como navarros, no como chinos, no como su madre; estoy trabajando demasiado y me ha dado mucha pena por mis tres hijos, porque no tenía tiempo para acompañarles y estar con ellos" cuando eran pequeños.

Sin embargo, admite que al llegar aquí hay un sobresfuerzo: "somos de fuera del país y siempre hay que luchar más". Y agradece a su clientela el haber podido sacar adelante a su familia y haber aprendido tantas cosas", la ilusión y la motivación de aquella niña que vendía rosas por Iturrama y que cambio su nombre chino que traducido al español sería "Amada querida", es decir, Maite en euskera.