"Las pancartas acaban en nuestra dieta, pero también recogen reivindicaciones. Hoy 30.000 componentes de la plantilla pública llamados a la huelga"

Pamplona

Si llevas unos años oyéndonos seguro que te acuerdas de aquella primavera de 2019 en la que pusimos a Nerea Larriu a perseguir a sindicatos y partidos que anunciaban sus consignas en pancartas de plástico. Las colocaban por las rotondas y las vallas y generalmente el tiempo primaveral de esta tierra hacia que acabaran volando en pedazos y esos pedazos acabaran en la tripa de algún animal.

Las pancartas acaban en nuestra dieta, pero también recogen reivindicaciones. Hoy 30.000 componentes de la plantilla pública llamados a la huelga.

Según los datos del gobierno, sólo han parado algo más de 2000, un 7 por ciento. Paro en la que, si fuera una empresa sería la mayor de navarra que tiene consecuencias directas en las 20.000 que a diario usan el SNS o las 75.000 que estudian en la educación pública. Pancartas de hoy en las que sigue apareciendo que Salud retire su idea de convertir Osasunbidea en empresa pública, algo que ya dijo que descartaba el viernes pasado. Pancartas que piden una carrera profesional más allá de salud en un colectivo con una nómina neta mensual media de 2.400 euros. Y estatuto de la función pública que lleva sin cambios desde 1993, a pesar de que todos los gobiernos - este también- apuesten por actualizarlo a una administración del segundo cuarto del siglo 21.

Hay más pancartas hoy. Por ejemplo, la de quienes conducen las villavesas en Pamplona que siguen parando para pedir mejoras salariales y también de condiciones, entre ellas que la empresa les garantice un baño para poder evacuar en algún momento de tu turno.

Y más pancartas hoy, la de BSH. Una planta con resultados económicos positivos que la multinacional alemana quiere cerrar en junio y llevarse su producción a Turquía y Polonia.

BSH que como Sunsundegi, lucha por mantener su trabajo, a secas.