Brecha de género, infrautilización, malos tratos y hacinamiento: las carencias de la cárcel de Pamplona
La asociación Salhaketa Nafarroa presenta el primer estudio realizado sobre el centro penitenciario que abrió en 2012

Centro penitenciario de Pamplona / google

Pamplona
La asociación Salhaketa Nafarroa presenta el informe 'Mapeo de la realidad penitenciaria de Navarra', el primer estudio que se realiza sobre la cárcel de Pamplona que abrió 2012. El documento señala las carencias de un centro infrautilizado y pone de relieve la brecha existente entre la 'cárcel legal' y la 'cárcel real' en el centro penitenciario de Pamplona.
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El informe, presentado públicamente en el Palacio del Condestable, destaca que en la cárcel de Pamplona hay "una serie de carencias estructurales y vulneraciones de derechos", aunque también hay "aspectos positivos en la gestión" del centro.
Según se explica en el informe, el perfil tipo de persona privada de libertad en la cárcel de Pamplona es un hombre penado, clasificado en segundo grado, de nacionalidad española y con una edad media de 39,76 años.
Los hombres suponen el 93,3% de la población penitenciaria de Pamplona. La franja mayoritaria en hombres y en mujeres es la que va de 31 a 50 años, mientras que la población joven (menores de 25) es de 41 personas (38 hombres y 3 mujeres), lo que representa un 12,24%.
La población de más de 60 años asciende a 34 personas (31 hombres y 3 mujeres), un 10,15%. Además, 9 hombres tienen más de 70 años.
A pesar de que el porcentaje de población extranjera en Navarra es del 12,66%, en prisión este grupo representa casi el 30%.
Aumentan los diagnósticos sobre salud mental
En el documento se destaca que los datos ponen de manifiesto cómo el sistema penal "tiende a centrarse en la persecución de ciertos sectores sociales, castigando de manera desproporcionada a quienes se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad económica y social".
Los delitos más frecuentes están relacionados con la pobreza y la exclusión social, como los delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico o contra la salud pública, que en conjunto representan más de un tercio de la población penitenciaria.
El número total de diagnósticos y enfermedades de salud mental ha aumentado con el tiempo y en 2024, hasta el mes de agosto, se contabilizaron 277 atenciones, sobre todo relacionadas con el consumo de drogas.
Escasa aplicación del tercer grado
Asimismo, indica Salhaketa, los datos evidencian una escasa aplicación de los regímenes con mayores cotas de libertad. El 74,4% de la población reclusa está clasificada en régimen ordinario (segundo grado) y la aplicación del tercer grado es muy escasa, con solo 55 personas (un 17,2%).
La asociación señala por otro lado que un elevado número de personas presas navarras o con arraigo en Navarra (246 en total) se encuentra cumpliendo condena en otras cárceles del Estado, lo que "es contrario a la legislación vigente".
El informe revela que, aunque la cárcel cuenta con diez módulos residenciales, solo cuatro están abiertos y, de los tres módulos complementarios, solo dos están operativos.
Según Salhaketa, las deficiencias no se limitan solo a la infraestructura o el espacio físico de la prisión, sino que se han detectado problemas también en otras cuestiones como la alimentación o la provisión de productos básicos de higiene. También apunta que no hay un autobús de la red de Transporte Urbano Comarcal que llegue hasta la cárcel de Pamplona.
Además de una carencia generalizada en lo que respecta a programas de resinserción, en el informe se subraya que "uno de los problemas más graves que enfrenta la institución es la existencia de testimonios que denuncian malos tratos, vejaciones y humillaciones dentro de la cárcel de Pamplona".
Deficiencias sanitarias y educativas
En el ámbito sanitario, asegura esta entidad, la asunción de la competencia en salud penitenciaria por parte del Gobierno de Navarra ha supuesto un refuerzo de los recursos disponibles, especialmente en salud mental. No obstante, agrega, la atención "sigue siendo insuficiente ante el aumento de la población penitenciaria y la persistente carencia de atención en determinados ámbitos".
La oferta educativa dentro del centro es valorada positivamente, aunque se considera insuficiente.
Por último, la investigación evidencia que en la cárcel de Pamplona "se vulneran derechos fundamentales, como la intimidad personal, la no discriminación por razón de género o etnia, el derecho a la vida familiar y el acceso a un tratamiento penitenciario adecuado".
Cambiar el modelo penitenciario
Salhaketa concluye que la existencia de un sistema penal basado en la privación de libertad "refuerza dinámicas de exclusión que afectan no sólo a las personas presas, sino también a sus entornos familiares y comunitarios".
Por ello, apuesta por "transformar el modelo penitenciario hacia enfoques que prioricen la reparación del daño, la responsabilidad y la comunidad".




