Setem, premio Jaime Brunet de Derechos Humanos: "Hablar de moda sostenible es una falacia"
La organización galardonada alerta sobre la sobreproducción y la precariedad en la industria textil global

José Luis Mariñelarena (Federacion Setem)
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Pamplona
Desde la pequeña tienda que sirve como sede de Setem en el corazón de Pamplona, en la calle Mercaderes, José Luis Mariñelarena explica en La Ventana de Navarra el trabajo que realiza esta ONG y la campaña 'Ropa Limpia' que es uno de sus puntales y que él coordina en España. “Hablar de moda sostenible es una falacia, porque el sistema en sí no lo es”, afirma Mariñelarena. La Federación Setem, que acaba de recibir el Premio Jaime Brunet de Derechos Humanos que concede la Universidad Pública de Navarra, denuncia que la industria textil sigue basada en la explotación laboral y en un modelo insostenible. El galardón se anunciaba este 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos.
Setem trabaja en Navarra desde 1996 y coordina la campaña Ropa Limpia en ocho comunidades autónomas. Sus objetivos combinan cooperación internacional, sensibilización y educación para el desarrollo. “Para nuestra organización los derechos laborales son derechos humanos, aunque no siempre se perciban así”, subraya Mariñelarena. La entidad promueve el comercio justo y denuncia prácticas abusivas en la cadena global de producción.
La deslocalización iniciada en los años noventa trasladó la industria textil a países asiáticos como China, India o Bangladesh, y también a Marruecos y Europa del Este. El objetivo fue reducir costes laborales. “Se buscó disminuir salarios y eso generó un sistema basado en la explotación”, explica el portavoz. Setem lleva esta realidad a los colegios mediante talleres que muestran el reparto del precio en productos como unas zapatillas que cuestan 100 euros en tienda: transporte, materiales y marketing suman porcentajes elevados, mientras la persona que las cose y compone recibe apenas 50 céntimos, el 0,5% del total.
Ropa que viaja por todo el mundo
La organización advierte que la sostenibilidad no existe en un sector marcado por la sobreproducción y el sobreconsumo. Fabricar unos pantalones vaqueros requiere 7.000 litros de agua y, en ocasiones, el producto pasa por siete países antes de llegar al consumidor. A ello se suma el transporte aéreo, cada vez más frecuente por la rapidez que exige la fast fashion. “Grandes marcas han apostado por la moda aérea, que incrementa la huella ambiental”, añade Mariñelarena.
El consumo acelerado agrava el problema. Solo se utiliza el 20% de la ropa que se posee y el resto acaba como residuo. Muchos países no pueden gestionar estos desechos, que terminan en vertederos o se envían a África, donde se acumulan en montañas de ropa usada. “Es una mala gestión que refleja la lógica del sistema”, apunta el coordinador.
Setem insiste en que la defensa de los derechos laborales forma parte de la lucha por los derechos humanos. “No se trata solo de comprar distinto, sino de cambiar el modelo”, concluye Mariñelarena.




