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La columna de Almudena Grandes

La columna de Almudena Grandes

La escritora nos acompaña cada viernes para aportarnos una reflexión sobre lo que ocurre en la sociedad en la que vivimos.

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  • Bromas

    En mi pueblo nos reímos..., contaba Miguel Gila en un monologo memorable. Una noche que el boticario, que en Paz descanse, estaba de guardia, cuando asomó la cabeza por el ventanuco para despachar, le pusimos la receta un poco lejos y ¡zas!, se la cogimos con un cepo de cazar lobos. Su mujer se enfadó, la tía asquerosa, y su suegra tuvo que decirle: pues si no sabes aguantar una broma, márchate del pueblo. No lo recordé el domingo pasado, mientras veía con los ojos como platos el programa especial de Jordi Évole sobre el 23-F. Lo recordé justo después, en el coloquio donde se definió ese chistoso fraude como, y cito textualmente, "una muestra de madurez democrática". Eso era lo que yo creía que iba a encontrar cuando me dejé engañar por la publicidad de una cadena en la que confiaba hasta aquella noche. Ya ven lo vulgar que soy, una más entre cinco millones y pico de españoles que alentaban la ilusión de que alguien, alguna vez, se atreviera por fin a contar alguna verdad, aunque fuera pequeña, sobre la trama del 23-F. Que pagaran nuestra esperanza con una mentira es, por lo visto, una muestra de madurez democrática, un rasgo de creatividad y, sobre todo, una broma. Quizás porque la verdad no tiene ninguna gracia. Y es que en España nos reímos... Menos los parados, que son unos tristes, los que cobran cada vez menos, que son unos amargados, y los que protestan porque no tienen sentido del humor, ¡anda que no se lo pasan bien aquí los que pueden! Los que no, eso sí, cada vez aguantamos peor las bromas y tenemos más ganas de marcharnos de este pueblo.

    28/02/2014 | 01:22

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  • Chulería

    Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, ha declarado que su empresa va a limitar drásticamente sus inversiones en España. Los expertos dicen que le está echando un pulso al gobierno para imponer otra política energética, pero como yo no soy experta, eso me da lo mismo. En la última década, Iberdola ha ganado en España casi 25.000 millones de euros, pero últimamente, al parecer, sus ganancias han descendido y Sánchez Galán está muy disgustado. Eso lo entiendo mucho mejor, pero no tanto como las consecuencias de su enfado. Porque, pase lo que pase, quienes pagaremos el pato seremos ustedes y yo. Y no faltarán expertos que nos expliquen, una vez más, que la luz en España es demasiado barata. Y yo me pregunto... ¿Qué pasaría si empezáramos a practicar sistemáticamente lo que mi amigo Benjamín Prado llama "apagón ideológico"? Es tan fácil como apagar las luces superfluas, tener los pasillos a oscuras mientras nadie camina por ellos, desenchufar todos los cargadores y aparatos que no se están usando. ¿Qué pasaría si todos los españolitos nos pusiéramos de acuerdo para no usar los cajeros los lunes, no pagar con tarjetas de crédito los martes, no echar gasolina los miércoles? Por si les sirve de pista, les contaré que hace casi un mes que no compro Coca-Cola, y de repente, su competencia no sólo se encuentra en todas las tiendas de mi barrio, sino que encima está de oferta. Si un sistema injusto, que nos empobrece y nos explota, nos da al mismo tiempo ese poder, ¿por qué no lo ejercemos? Ya va siendo hora de que la chulería cambie de bando. ¿O no?

    21/02/2014 | 01:20

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  • El diablo en los detalles

    Los anglosajones dicen que el diablo está en los detalles. La diputada del PP Marta Torrado afirmó, en la tribuna del Congreso, que las mujeres de su partido habían superado ese feminismo rancio que deja ver, y cito literalmente, una animadversión casi patológica hacia los hombres. El diablo está en los detalles. Como los hombres no pueden abortar ni dejar de hacerlo, no pintan nada en esta historia excepto en el caso de que se les considere propietarios del cuerpo de sus mujeres. Por tanto, vincular la libertad de éstas con el odio a aquellos, parecería una estupidez, pero no lo es. Es un detalle que revela sin matices la ideología de la señora Torrado. El diccionario de la Real Academia Española limita la definición de fascismo al régimen fundado por Mussolini, y remite a otro término, totalitarismo, para darle contenido ideológico. Ya, yo tampoco estoy de acuerdo, pero ahora no se trata de eso. El totalitarismo, según la RAE, y vuelvo a citar literalmente, es un régimen político que ejerce fuerte intervención en todos los órdenes de la vida nacional. El diablo está en los detalles, y la señora Torrado, al reivindicar el poder del Estado para usurpar la libertad de las mujeres y privarlas de sus derechos, se comporta como una fascista de tomo y lomo, o más concretamente, del primer diccionario de la Lengua Española. Aunque la Academia no quiera reconocerle una personalidad propia, uno de los rasgos fundacionales del fascismo español fue su identificación con el modelo patriarcal bendecido por la Iglesia Católica. Ese es otro detalle donde habita el diablo. Y así nos va.

    14/02/2014 | 01:22

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  • La nada

    El PP o la nada, advirtió Cospedal en la Convención de su partido, aludiendo a la crisis del independentismo catalán. El PP o la nada, repitió Sánchez Camacho con soniquete de alumna aplicada, como si no hubiera soplado con todas sus fuerzas para extender un incendio de cuyas consecuencias sólo parecen importarle los votos que pueda arrimar a su sardina. Pero lo que más me impresionó de sus discursos fue la alusión a la nada. Porque... ¿Qué es la nada? Es lo contrario de algo. ¿Y de qué algo estamos hablando? ¿De la patria? ¿Y qué es la patria? Lo que más impresionó a Pablo de Greif, relator especial de la ONU para la promoción de la verdad, cuando nos visitó hace unos días, fue la cantidad de dolor que se guarda en nuestro país. La nada que siguen padeciendo las víctimas del franquismo tiene mucho más que ver con la patria, y con el patriotismo, que la marca España, pero atesora además la dolorosa virtud de explicar por sí misma buena parte de los incendios que nos arrasan. Los padres de la Constitución escogieron la nada frente a la promoción de la verdad, porque ésta última les parecía mucho más peligrosa. Afirmaron que empezábamos de cero, pero no era cierto, nunca lo es. Al establecer en exclusiva con Euskadi y Navarra el pacto fiscal que sucesivos gobiernos le han negado a Cataluña, no pensaban en los fueros, sino en la amenaza de ETA, aunque nadie se atrevió a decirlo en voz alta. Así, entre mentiras y omisiones, nos condenaron a la nada, un destino del que no nos salvará el PP, sino la verdad. Y nosotros mismos, si es que algún día nos atrevemos a asumirla de una bendita vez.

    07/02/2014 | 01:23

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  • Con la cabeza muy alta

    En los últimos días, la alegría me ha tomado al asalto, por sorpresa, casi me atrevería a decir que a traición, tan ausente ha estado tanto tiempo de nuestras vidas. El rotundo triunfo de la marea blanca y las primeras sentencias a favor de los preferentistas han amplificado el "efecto Gamonal", para consagrar la indiscutible utilidad de la movilización ciudadana. Por fin, los jueces empiezan a fallar a favor de la gente. Del interés general en el caso de la sanidad pública. De la pura justicia en particular, en el de todos los ahorradores a quienes no se les puede achacar otra culpa que la de ser personas buenas, confiadas. Porque a las malas personas sólo las engañan otras peores. Ese mecanismo es en parte el culpable de que el cubo de la basura de la corrupción política y económica siga llenándose sin cesar, día tras día. Pero en la semana de la alegría, no me apetece hablar de los malos, sino de los buenos, encarnados en un hombre sencillo, Antonio Gómez Ortega, el director de la sucursal de Cajamadrid en Linares que perdió su trabajo por negarse a vender preferentes. Siete años en el paro, en silencio, soportando las sospechas de sus vecinos, que rumoreaban que le habían echado por meter mano en la caja, han terminado para él tan abrupta como felizmente. Ahora que se sabe la verdad, declaró, puedo salir a la calle con la cabeza muy alta. Al escucharle, me emocioné, y calculé cuánto daría Blesa por decir lo mismo. Pero yo también debo ser una persona buena, como mínimo ingenua, porque pronto me di cuenta de que a él, seguramente, esa minucia le trae sin cuidado.

    31/01/2014 | 01:22

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  • Democracia

    El lunes pasado, Rajoy garantizó a los españoles que, mientras él siga en su cargo, no habrá referéndum de autodeterminación ni la menor posibilidad de que Cataluña sea independiente. Esa monolítica certeza me impresionó más que su, como mínimo, imprudente profecía de que Cristina de Borbón saldrá del caso Nóos limpia como la patena. Ya sé que pretendía transmitir una imagen de entereza y legalidad, pero hasta sabiéndolo, me sobrecogió el tono del presidente, la expresión de un autoritarismo que, en nombre de la democracia, se muestra dispuesto a pasar por encima incluso de la voluntad popular, que es la esencia misma de la democracia. Y si una mayoría de catalanes quisieran dejar de ser españoles a pesar de los pesares, ¿qué pasaría? Aunque fuera a través de una consulta ilegal, aunque votaran en cajas de cartón instaladas en los portales de las casas, aunque el Tribunal Constitucional anulara todo lo anulable y Bruselas los expulsara de la Unión Europea al día siguiente, ¿qué pasaría? En Ucrania, ya lo ven, hay muertos en las calles por mucho menos. Los sentimientos humanos, incluso cuando se asientan en creencias tan erróneas como las de los manifestantes de Kiev, que no tienen ni idea de cómo se las gasta la troika, son más inflamables, más peligrosos que la nitroglicerina. ¿Merece la pena correr ese riesgo? ¿No sería mucho más sensato sentarse a negociar? Rajoy ha incumplido tantas promesas, que una más no importaría mucho. Y así, al menos, tendríamos la sensación de que, al hablar de democracia, es consciente de lo que significa esa palabra.

    24/01/2014 | 01:24

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  • Una barbaridad

    El ayuntamiento de Burgos cierra un guardería pública porque no tiene 13.000 euros para repararla, pero pretende gastarse 8 millones en un bulevar. Todo lo demás es superfluo, porque el cierre de la guardería no aparecía en el programa electoral del PP. Los 20.000 euros que iba a costar cada plaza de garaje de un aparcamiento financiado con dinero público, tampoco. Y el pelotazo que el proyecto iba a suponer para un constructor previamente condenado por corrupción, mucho menos. Así que no hay nada que discutir. Los motivos de los vecinos del Gamonal están más claros que el agua. La violencia, no. El secretario de estado de Seguridad declaró hace unos días que los disturbios habían sido responsabilidad de radicales profesionales, llegados de media España. Pues bien, ¿dónde están? Supongo que la policía los tendrá fichados, pero yo no he encontrado sus fotos ni he leído sus nombres. Lo que sí he visto es el ejército de antidisturbios que escoltaba la manifestación de Madrid. Y sólo con verlos, ya sabía que iba a haber contenedores ardiendo y detenidos antes de que nadie se subiera la capucha. ¿Soy adivina? Les aseguro que no. ¿A qué estamos jugando? ¿Dónde están los irresponsables, los antisistema, los que atentan contra el estado de derecho? ¿Y la Fiscalía? Si las palabras nunca son inocentes, ¿por qué no se exige a un cargo público que justifique sus afirmaciones o afronte las consecuencias? El gobierno abusa tanto de este argumento que, si las declaraciones del secretario de estado no se aclaran, acabaremos pensando una barbaridad. Que este señor, más que mentir, delira. O aún peor, que los radicales están en la nómina de su ministerio.

    17/01/2014 | 01:23

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  • Unas pocas palabras

    Es un proceso largo y misterioso. Cada uno de nosotros se va forjando a sí mismo sin ser muy consciente de cómo, cuándo, por qué lo hace. La identidad se construye primero a tientas, sobre elecciones que se toman por instinto al leer un libro, al ver una película, al enfrentarse a un conflicto. La adolescencia de los humanos es complicada porque es muy difícil ser a la vez una persona completa y otra a medio hacer. Luego, las piezas encajan sin que lleguemos tampoco a ser conscientes del mecanismo que las ha integrado. Aunque, a veces, ocurre. A veces, unas pocas palabras nos llaman por nuestro nombre para afirmarnos en lo que somos. Jesús María Silva, uno de los abogados de Cristina de Borbón, ha declarado que no descarta renunciar al recurso contra el acto del juez Castro, para darle la oportunidad de que se realice como persona. Conmigo, desde luego, lo ha conseguido. Al escucharle, me sentí plenamente realizada en lo que soy, en mi admiración por la tenacidad y la abnegación de un servidor público intachable, en mi convicción de que la igualdad de los españoles ante la ley debe llegar hasta las más altas instancias del Estado, y en el desprecio que me inspira la arrogancia de quienes se consideran por encima de sus semejantes. Que la arrogancia de Silva sea delegada, atribuible a la superioridad de su defendida, agrava la falta de respeto hacia un juez que representa la autoridad del Estado español. Si no hubiera pensado, desde mi adolescencia, que lo peor de España es la gente como él, hasta le agradecería que me haya dado tan estrepitosamente la razón.

    10/01/2014 | 01:23

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  • Queridos Reyes Magos

    ¿Han escrito ustedes ya la carta a los Reyes? Me refiero a los Magos de Oriente, la única monarquía de la que me declaro súbdita incondicional y cuya legitimidad no discuto. Yo quiero a esos Reyes, creo en ellos, pero este año no termino de decidirme. En estos tiempos, desear se ha convertido en un pasatiempo peligroso. Las Olimpiadas, Eurovegas, la unión bancaria, el control del déficit, la rebaja en la factura de la luz, la creación de empleo... Las ilusiones del gobierno se parecen a un manojo de globos de colores que se han ido escapando para perderse en el cielo, uno tras otro. Los españoles somos como esos niños a los que sus padres les han prometido uno, y cuando ya casi pueden tocarlo, estirar el cordel entre los dedos, se les quedan mirando y dicen, pero, bien pensado... ¿para qué quieres tú un globo? No llores, no seas tonto, que te voy a comprar un regalo mejor, ¡ay, qué demonio de niño...! De igual manera, para los gobiernos del Partido Popular, cada fracaso se convierte en el umbral de un futuro éxito, que a su vez fracasa para prometer un éxito mayor, que vuelve a fracasar pero no, porque es culpa nuestra no habernos enterado de que es un triunfo enmascarado, y así sucesivamente. Total, que no sé qué pedir. ¿Una linterna potente, a ver si veo yo también la luz al final del túnel? ¿Un manual de inteligencia emocional, para subsanar las posibles deficiencias que me impiden escuchar con serenidad los discursos de Montoro? ¿Una lobotomía, para acabar antes? Y si no, Gaspar, tú que siempre has sido mi favorito... ¿No podrías traerme una revolución, aunque sea una pequeñita?

    03/01/2014 | 01:21

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  • El túnel del tiempo

    Mi abuela Rosa las pelaba una por una, las despojaba de sus pepitas y me las daba en una taza. Tú siéntate aquí y fíjate en mí, que no me equivoco nunca. Es muy importante que te comas las uvas bien, para que el Año Nuevo te traiga mucha suerte... Ha pasado mucho tiempo, pero cada 31 de diciembre me acuerdo de mi abuela. Este año la recordaré como siempre y mucho más, porque no sé muy bien donde me va a desembarcar la última uva. Alberto Ruiz Gallardón ha excavado un túnel del tiempo para devolverme a una falsa adolescencia, tan amarga por falsa como por imposible. Los más jóvenes no lo entenderán, pero para los españoles, y sobre todo para las españolas de mi edad, la reforma de la ley del aborto representa mucho más que un simple cambio legislativo. Nosotros crecimos en un país anormal, la finca de unos señores que la habían conquistado a sangre y fuego para administrarla según su voluntad, sin pedir la opinión de quienes vivían realquilados en su propiedad. A ese país, desgajado de una realidad universal que lo ignoraba y lo despreciaba, para recibir la misma moneda a cambio, nos ha devuelto la soberbia del ministro de Justicia. Su reforma implica un conflicto moral, mucho más grave que el que expresan los sofismas a los que recurre para maquillar de crisis de conciencia un gesto intolerablemente autoritario. Así despedimos 2013. Ustedes sigan los consejos de mi abuela, cómanse las uvas muy bien, y deseen volver a vivir en un país normal, y ya, por pedir, en una verdadera democracia. Aparte de eso, yo les deseo de corazón que sean felices en 2014.

    27/12/2013 | 01:21

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