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BB King y la calle del chico del blues

Hace años atravesé el Atlántico para visitar la Beale Street de Memphis, la calle donde el blues vivió su momento de eclosión entre 1920 y 1950. Beale Street, de tres kilómetros de longitud, estaba reservada sólo para negros, incluso tuvo su propio alcalde desde 1938 hasta 1963. Y allí, en los tugurios donde pocos blancos se atrevieron a entrar, se vivieron las grandes noches del blues, un blues festivo de bailes locos y muchos tragos. Eran noches que no terminaban nunca. Louis Armstrong, Muddy Waters, Albert King, Memphis Minnie, B. B. King, Rufus Thomas, Rosco Gordon y muchos otros vivieron sus grandes noches en aquel reducto para negros, a unos metros del hotel donde años más tarde asesinarían a Martin Luther King. 

Tras un largo viaje, y tras pasar por Nueva York y Nashville buscando otros sonidos, llegamos a las orillas del Mississippi. Memphis es una ciudad vulgar, carece de grandes atractivos más allá de mi pasión por los ríos y el blues, también está la mansión de Elvis. El río no decepciona, sin duda tiene algo especial, la Beale Street sí. Aquel bastión musical, vetado para aquellos que se encargaban de vetar, había perdido su encanto. La historia la hacen los hombres, los lugares son sólo escenarios.

Hay blues los fines de semana y hasta una hora prudente. Mi idea de beber bourbon sentado sobre una rolliza negraza escuchando a una armónica desalmada mientras amanecía se desvaneció pronto. Sin embargo había música en las calles y en las plazas, en los callejones. Había tipos negros y tipos blancos haciendo blues, también vi a un asiático. No vi jóvenes. La juventud de Memphis baila otras aguas, los jóvenes negros más. La mayor parte de locales son regentados por hombres blancos que explotan el concepto de Beale como cualquier otro producto, pero los blancos no se mueven así, no se divierten del mismo modo. Lo que realmente me entristeció fue que me resultó más fácil escuchar “La Tortura” de Alejandro Sanz y Shakira que algo del añejo sabor del Mississippi. A pesar de ello Memphis es una ciudad especial. Tomé unos tragos en el BB King Bar, un local donde el maestro suele hacer fonda, aquello resultó todavía más frustrante, en realidad son franquicias. Pero BB King es un héroe en esa ciudad, quizá los chavales no sepan mucho de él, pero allí comenzó su historia.

BB King es el mote que recibió el maestro, significa Beale Street Blues Boy, el chico del blues de la calle Beale, King es su apellido. Se ganó el apodo cuando presentaba un programa de radio en Memphis, años después se abreviaría.

BB King comenzó a grabar a finales de los años cuarenta con Sam Philips, más tarde fundador de Sun Records, el sello local que publicó los discos de Elvis, Roy Orbinson o Johnny Cash, y puso a la ciudad en el epicentro del mundo musical norteamericano. Sam Phillips aparece en la película sobre Cash, “En la cuerda floja”.

Durante los siguientes años, King brilló como la gran estrella de la ciudad. Incluso actuó por primera vez ante un público blanco. A partir de los años ochenta su carrera discográfica se estancó, pero el Rey de la calle Beale seguía siendo un habitual de los escenarios. King es uno de los hijos predilectos de Memphis porque dio otro ritmo a la ciudad de Tennessee. Siempre practicó un blues alejado del lamento, así lo explicaba en 2004 en una entrevista en la web de Forum de Barcelona: “Pienso que el blues, como cualquier otra disciplina musical, tiene un lado bonito y un lado triste, y por otro lado está un lado verdaderamente feliz, por lo que intento representarla de esa manera. El blues no siempre es triste, no al menos para mí. A veces te sientes contento, a veces quieres bailar”.

Ahora BB King hace noche en Madrid. Ya pasó en 2007 por el Viajazz anunciando su despedida de los escenarios europeos, la cabra tira al monte. Aquella actuación de 2007 fue especial. Ya octogenario, BB King mantuvo la alta cota de sensualidad de su blues, el susurro, las canciones sobre amores, chicas y bebidas. Fue una falsa despedida emotiva.

La leyenda de King está llena de momentos inolvidables, de noches increíbles junto a sus guitarras, sus Lucille, que así las llama desde los años cincuenta, cuenta su historia en la canción homónima. Muchas de esas aventuras las relata el propio King en el documental “The Road to Memphis” (Richard Pearce, 2003), incluido en el serial de documentales sobre el blues producidos por Martin Scorsese. Para disfrutar de King desde casa bien hace las veces “BB King Live at Montreux” , uno de los mejores festivales de jazz de Europa.

La noche del miércoles BB King actúa en Madrid, puede que sea su última despedida, quizá no.

 

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