Ricardo Zamora regala al Madrid la última Copa antes de la Guerra Civil

La historia quiso que la primera final de la Copa disputada entre el F.C. Barcelona y el Real Madrid se disputara a poco más de un mes para que se iniciara la Guerra Civil Española. Fue un 21 de junio de 1936. En Mestalla, un campo capaz de acoger a 19.000 espectadores pero en el que, según las crónicas, entraron unos 22.000. Muchos aficionados habían acudido a Valencia sin entrada y algunos de ellos las compraron el mismo día del partido por más de 50 pesetas.

Los fotógrafos retrasaron el inicio del partido cuatro minutos. Pero a las 17:04 comenzó el primer gran clásico de la Copa. Por el Madrid formaron Zamora, Ciriaco, Quincoces, Pedro Regueiro, Bonet, Souto, Eugenio, Luis Regueiro, Sañudo, Lecue y Emilín. Por el Barcelona, Iborra, Areso, Bayo, Argemí, Franco, Balmanya, Vantolrá, Raich, Escolám Fernández y Munlloch. El trencilla del match -como decía la prensa de la época- era el aragonés Ostalé.

Los acercamientos a las áreas no tardaron en llegar. Y tampoco los goles, porque en el minuto 12 el Real Madrid ya ganaba por 2-0. El primero fue obra de Eugenio en el minuto 6. Emilín inició la jugada. Centró a Lecue, que envió el partido a la banda derecha, donde se encontraba Pedro Regueiro. Este se alió con Eugenio, completamente solo, que metió la directa, evitó a Bayo y Balmanyá y disparó fuerte y colocado. Iborra solo pudo ver el balón entrar en su portería.

Los madrileños no se conformaron con el gol y Lecue hizo inmediatamente el segundo. Y eso que la jugada empezó en la otra parte del campo, con un saque de esquina a favor del equipo catalán. Pero el balón llegó hasta el madridista Luis Regueiro, que se escapó a toda velocidad hasta el área barcelonista. Ahí le cedió el balón a Eugenio, que demostró sus habilidades regateadoras ante los defensas catalanes. Pero en lugar de probar el disparo, centró a Sañudo. Este no llegó, pero sí Lecue. Su tiro se fue junto a uno de los palos. Inalcanzable para Iborra... una vez más.

Reaccionó el Barcelona. Pero se topó contra Ricardo Zamora, un barcelonés de nacimiento que ya había ganado una Copa del Rey con el Barça. Era solo un aviso de lo que se avecinaba. Pero no de inmediato, porque los culés lograron el empate en el minuto 29 de la primera mitad. El gol llegó a raíz de un saque de esquina ejecutado por Vantolrá. El defensa madridista Quincoces intentó despejar la pelota, pero su golpeo fue insuficiente y el balón quedó suelto. No llegó a rematarlo Balmanyá, pero sí Escolá. Su disparo no fue muy potente, pero sirvió para batir a un Zamora que, según las crónicas, estaba tapado por sus defensas.

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Con el 2-1 volvía a haber partido. De verdad. Porque aunque bajó un poco la intensidad del choque, el Real Madrid se quedó durante unos minutos con diez hombres por lesión de Souto, aunque regresó al campo tras la reanudación.

Viéndose superior físicamente a su rival, el Barcelona se lanzó a por el empate. En uno de los intentos, el defensa Bonet tuvo que despejar una falta lanzada por Munlloch. Eso sí, el Real Madrid nunca se rindió. De hecho, siguió atacando y hasta se le anuló un gol, el marcado en posición de fuera de juego por Sañudo.

Pero si por algo pasó a la historia esta primera final copera entre el Real Madrid y el Barcelona fue por las intervenciones de Ricardo Zamora en la recta final del encuentro. Parada a disparo de Escolá. Despeje de un centro-chut de Munlloch...

El guardameta desmoralizó a los barcelonistas, sobre todo cuando paró sobre la línea un disparo de Escolá que la grada ya veía dentro de su portería. La jugada la inició Vantolrá, que se deshizo sin problemas de lecue y Quincoces. Buscó a Escolá con su centro y el disparo de este se marchó junto al poste. Iba a entrar. Pero apareció Zamora. Y no fue la última parada de mérito que protagonizó, ya que le dio tiempo a detener otro disparo al mismo Escolá. Así son los genios, y Zamora es uno de los más grandes que ha tenido el fútbol español.