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Juan Echanove: "Volar"

Se suponía que volar era uno de los sueños comunes . Volar era una necesidad de

trascender... de liberarse de ataduras ...de sentirse libre en definitiva.

Se suponía que al volar... entremezclada con el vértigo ,la felicidad , inundaba nuestro

espíritu.

Y así...desde niños... mirábamos al cielo , anhelando en silencio ese maravilloso día en el

que llegaríamos a un aeropuerto, entraríamos en un avión ....cerraríamos los

ojos...tragaríamos saliva ...y ....¡A volar!.

Todos crecimos...y nuestros sueños infantiles se toparon de lleno con la realidad del

transporte aéreo, y a esos sueños infantiles, a ese ansia de libertad , se opuso de forma

radical el concepto de la eficacia y de la velocidad en el necesario acto de trasladarse de

aquí para allá.

Las alas de Ícaro se convirtieron en tarjetas de embarque, y la poética visión del mundo

desde el cielo, se fue tornando poco a poco en un "punto de vista" dentro de un tubo de

hojalata. Un punto de vista ruidoso...incomodo...y en algún caso aterrador.

Mi amigo Juan Diego siempre tuvo miedo a volar( gran paradoja en un hombre experto en

volar a través de las palabras ), pero la verdad es que desde que le conocí, siempre tuvo

miedo a volar ...¡que digo miedo!...TERROR.

Volar con Juan era todo un espectáculo que no les puedo contar por respeto a la intimidad

de mi amigo, pero les juro que en mi vida he visto tales cuadros de pánico y ansiedad.

Bueno, pues el caso es que la solidaridad y el profundo amor que siento por mi amigo, me

llevaron a construir un miedo solidario. Yo no tenia miedo a volar ...nunca lo tuve, nunca

lo he tenido ...pero para que mi amigo no se sintiese solo en su fobia , me afilie al club de

los aterrados voladores en avión. Y al final ,como no podía ser de otra manera, y dada mi

poca edad ,como mal actor que soy , me creí el personaje , y ese miedo ficticio se

convirtió dentro de mi en un miedo real ...tan real como el de juan o más si cabe ...como

corresponde a tan maravillosa amistad.

Viajara donde viajara, me sentaba en el asiento y cerraba los ojos ...resoplaba como un

rinoceronte...me agarraba a los brazos del asiento hasta el agarrotamiento de los

dedos ..y pedía agua ...y después ...vino...y después cerveza...y después ginebra ...y

después ...y después ..y después ...y así hasta caer noqueado en pleno vuelo . Tal y como

me había enseñado mi maestro Juan que debía hacerse, aunque el nunca hubiese

pretendido enseñármelo.

Cuando llegaba a mi destino me bajaba del avión en un estado deplorable ,y relataba a

todas aquellas personas con las que me encontraba la experiencia infernal que había

sufrido en el vuelo . A veces pasaba varios días con ese patético mantra de mi vuelo

infernal . Mis amigos me miraban absortos y me escuchaban incrédulos. Solo Juan Diego

me escuchaba con atención y detalle ,sufriendo el relato como suyo, entre otras cosas

porque era suyo... Porque formaba parte de su sensibilidad.

¡Si eso no es amistad ...que baje Dios y lo vea ! .

A medida que fui creciendo en años , empece a apearme de esta extraña militancia del

miedo a volar , y me fui dando cuenta de que las pastillas en los vuelos largos eran mano

de santo , y la lectura de un buen libro , el mejor antídoto contra el aburrimiento en los

trayectos cortos. Me di cuenta de que si no convivo con la idea de la muerte , a santo de

qué tener miedo a morir a 11.000 metros de altura!.

¡Por qué tener miedo al avión y no tenerlo a afeitarse con una maquinilla eléctrica en un

cuarto de baño de un hotel de carretera, rodeado de humedad, y morir electrocutado y a

medio-afeitar!

Mi amistad con Juan sigue siendo inquebrantable .Envejece con el tiempo. Envejece

como nosotros envejecemos ...pero sigue siendo inquebrantable.

¿ Y el miedo? ..el miedo ya no es un miedo solidario .

Es un miedo real ...tangible ..es un miedo espantoso....

¿Y saben a que? ...

A que me hagan ir con la lengua fuera por kilómetros y kilómetros de terminales ...a que

ya no me anuncien ni los vuelos ...a que alguien decida que el avión no va a salir...a que

me miren mal ...me toquen mal...me registren...me cacheen ...me desnuden...me palpen

sin cariño...me exijan continuamente la documentación...me miren de forma displicente

desde el pasillo de la aeronave... me cobren hasta el aire que respiro , y encima ...¡me

pierdan la maleta!.... A eso si que le tengo miedo ....PANICO...TERROR.

Y es que todo este diabólico protocolo (que por cierto en los trenes no se produce) saca

de mi ...no ya la indignación (ojalá porque la indignación es buena). Saca de mi y creo que

del 90%de los seres humanos , la irritación ... Y la irritación es mala .

Pero esa es otra historia . Y yo... si ustedes quieren...la semana que viene , se la contare

encantado.

 

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