Es la guerra, más madera

El curso empieza a lo Dallas, en versión española: para tratar de incidir sobre la gestión de Repsol y percibir más dividendos el empresario Luis del Rivero se ha asociado a la mexicana Pemex, lo que es tanto como tirarse a la yugular de Antonio Brufau, presidente de la petrolera española.

Es como un serial. Observa los dos actores principales. En un rincón del ring, Brufau, fino estilista. Catalán. Educado, culto, ex auditor de Arthur Anderson que dio por buenas las cuentas de Rumasa. Llegó a la vicepresidencia de La Caixa y sustituyó a Duran Farrell en Gas Natural. Pasó a la presidencia de Repsol cuando en La Caixa hubo cambio en la cúpula. Presidió el Cercle d?Economia. Enfrente, Luis del Rivero, rudo fajador. Ingeniero de caminos nacido en Murcia, donde fue militante de Alianza Popular creo que con cargo ejecutivo. Hombre de verbo directo, sin florituras, con alto concepto de si mismo. Le gustan los huertos de naranjos y tomar decisiones basándose en su intuición. Tras trabajar en Ferrovial montó su propia empresa, Sacyr, y en los años gloriosos del ladrillo se hizo con Vallehermoso. El 2006 su empresa tenía un valor bursátil de veinte mil millones de euros. Hoy, vale dos mil. En su órdago contra Brufau el jugador de mus que es Del Rivero se ha aliado con la petrolera estatal mexicana Pemex. En un futuro, igual que perdimos Endesa perdemos Repsol. Lo que fascina del tema, querida directora, es que la guerra por el control de Repsol la desate un empresario que compró las acciones de la petrolera con un crédito de cinco mil millones de euros que todavía debe y por si fuera poco, su constructora tenga una deuda de seis mil millones de euros. Si mi papá viviese alucinaría. El siempre decía que una empresa que quisiera ir bien no tenía que tener deudas con los bancos. Pobre papá. Como el tema dará de sí dejo más detalles para próximos capítulos del serial Repsol y te cuento otras cosas.

Por ejemplo...

Un amigo del presidente contaba días atrás en la sobremesa de una cena que cuando Zapatero era candidato a la presidencia del gobierno le facilitó una reunión con altos cargos del Banco de España. Zapatero les preguntó si había riesgo de estallido de la burbuja inmobiliaria. No, ningún riesgo, le respondieron. El auge inmobiliario ¿puede afectar la estabilidad financiera?, preguntó Zapatero. Nada, respondieron los bancarios. Contaba el amigo del presidente que la mayoría de aquellos altos y lúcidos cargos del Banco de España continúan en sus puestos dando lecciones de cómo nos debemos apretar el cinturón.

¿Habló el amigo de Zapatero sobre su estado anímico?

Esta nervioso. Espera un mes de septiembre peligroso. El riesgo del rescate ante la presión de los mercados lo tiene interiorizado. También tendremos ocasión de hablar más delante de las críticas que desde sectores del gobierno se hacen al presidente. A su secretismo. Debe resultar descorazonador ser ministro y enterase como un ciudadano de a pie, a través de la prensa o la radio, de la última y errática idea del presidente. Pero ahí siguen, gobierno y partido, cerrando filas tras el líder que les lleva hacia el despeñadero. El último invento, la reforma de la Constitución. En su fuero interno los políticos que aprueban la reforma saben que no servirá para nada. ¿Tranquilizará a los mercados? Te leo lo que han escrito Xose Carlos Arias y Antón Costas, catedráticos de Economía, en su libro "La torres de la arrogancia, políticas y mercados después de la tormenta", editado por Ariel. Dicen los catedráticos: "En la política y economía actual juega un papel fundamental la noción de que los mercados no solamente son omnipotentes y omnipresentes sino también, fundamentalmente, omniscientes". Digo yo que a los mercados, que trabajan a tiempo real, se la suda una reforma que entrará en vigor dentro de unos años.