La jubilación de un fiel servidor del Estado
Alberto Aza deja la Casa del Rey. Se jubila un diplomático con experiencia en la política española e internacional y en el día a día de la familia real. Lamentablemente no creemos que escriba sus memorias. Cuando menos las de sus años en La Zarzuela.
¿Cómo definirías a Alberto Aza?
Como un fiel servidor del Estado. Como un diplomático que se interesó por conocer y vivir la vida de los países en los que estuvo destinado y como uno de los personajes que vivó de cerca los primeros tiempos de la transición formando, con Crmen Díez de Rivera y Josep Meliá, el trío de fontaneros más cercanos a Adolfo Suárez. Aza es un hombre culto, educado, buen conversador. Coincidí con él en Londres durante unos meses. Recuerdo que una tarde, conversando en la embajada, reflexionó sobre la lealtad y sobre la amistad. Sobre la lealtad, explicó que Suárez trataba mejor a los que le ponían zancadillas que a Melià y a él, que le eran fieles. Suele ser un hábito del poder, comentó con ironía. Sobre la amistad, recordó que el menor de sus hijos le dijo, cuando supo del traslasdo a Londres, que en esa ciudad no iba a hacer ningún amigo porque estaba harto de perderlos a cada cambio de destino. Dijo comprender a su hijo. Un problema de la diplomacia es que los cambios de destino impiden echar raíces, añadió. Aza fue embajador plenipotenciario en representación de España en la coronación de Bokassa como emperador de Centro África y allí vivió una historia curiosa.
Cuenta...
Esperaba Alberto Aza el momento de la coronación cuando se le acercó un joven que se presentó como Martínez, dijo ser español y le preguntó si conocía personalmente a Bokassa. No, respondió Aza. Ven, que te lo presentó, le dijo Martínez. Condujo el joven al embajador ante el que iba a ser coronado emperador y le presentó. Viene en representación de España y es amigo mío, le dijo a Bokassa, a lo que este respondió, dirigiéndose a Aza, que los amigos de su querido Martínez eran también amigos suyos. Hechos los saludos de rigor, afectuosos por parte de Bokassa, Martínez acompañó de nuevo a Aza al lugar asignado por el protocolo y se despidió diciéndole que en caso de quedarse más días podría organizarle una cena con el emperador. Dadas las historias que corrían sobre un Bokassa caníbal que guardaba en el frigorífico restos de sus víctimas Aza declinó la invitación y regresó de inmediato.
Pero ... ¿quién era Martínez?
La historia me la contó Francisco Fernández Ordóñez. Le fascinaba. ¿Por qué no buscas a Martínez?, me dijo. Rastreé su pista. Embajadas de España en África informaron de que le habían perdido la pista pero sabían que era valenciano y transportistas. Con esos datos y decenas de llamadas telefónicas a decenas de personas le acabé localizando en El Ejido. Fui a verle.
¿Qué te explicó?
Que con su tío y un grupo de camioneros de la empresa familiar habían atravesado África con una flota de camiones para ofrecerle a Bokassa la idea de crear una red panafricana de transporte por carretera. De regalo para el que iba a ser coronado emperador en uno de los camiones iba un Mercedes. Bokassa acogió la idea con entusiasmo y les ofreció una cena de bienvenida. En el curso de la cena el tío de Martínez le susurró a su sobrino que se estaba meando. ¿Qué dice tu tío, me querido Martínez, preguntó Bokassa. Me dice que la cena es espléndida, replico Martínez. Bokassa sonrió paternal. Dijo: "Dile a ti tío que el lavabo está al fondo del pasillo, a mano derecha". Esta es la historia, según Martínez, de cómo fue a Centro África y acabó siendo amigo de Bokassa. Hubo quien me dijo que no fue exactamente así pero no me explicó en que divergía la historia.
