Tres nombres propios
A petición del fiscal Moreno Campo, Dolores Delgado llegó en comisión de servicio a la Fiscalía Penal Internacional el pasado mes de marzo. Tenía el encargo de investigar la vulneración de los derechos humanos por parte del régimen libio presidido por Gadafi y debía hacerlo en tiempo real, interrogando a gente que abandonaba Libia, país que las últimas semanas desapareció de la agenda informativa hasta que el miércoles regresó: supimos, en boca de Carme Chacón, que el conflicto llega a su fin.
Dolores Delgado, tu primer nombre propio de la semana, ¿cómo resume su trabajo a lo largo de los últimos meses?
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La solicitud de arresto internacional para el coronel, uno de sus hijos y un alto cargo del régimen, la ultimó a mediados de mayo y a finales de junio se cursó la orden de detención. Cree que en Libia las cosas se han complicado. Cuando arranca un conflicto armado interno, una guerra civil, los excesos se cometen por ambas partes. Finalizado el encargo la fiscal regresó a su juzgado en la Audiencia Nacional que lleva el terrorismo internacional de corte yhijadista.
Investigar en tiempo real, propio del siglo XXI, ¿la deprimió?
No. Dice que fue un trabajo apasionante, muy motivador, aunque es cierto que reconoce vivió momentos muy duros. Le impresionó estudiar al que define como demencial Código penal libio y el complicado sistema de poder de un Gadafi que pasó de financiar el terrorismo y ser repudiado por la comunidad democrática a ser mimado de esa comunidad a partir del momento que reconoció algunos errores, abrió los grifos del petróleo y pactó fuertes indemnizaciones para las familias de las víctimas del avión de la Panam. Por el perro muerto en el atentado Libia pagó un millón de dólares. Pero sobre todo le impresionó escuchar testimonios de testigos de los primeros momentos de la revuelta en Bengasi. Contaban que francotiradores apostados en los tejados cercanos a las mezquitas dispararon a los fieles cuando salían de los rezos. Muchos de ellos habían quedado tetrapléjicos, lo que indica que les habían disparado por la espalda.
Segundo personaje: Moisés Broggi, miembro de la Physicians for the Prevention of Nuclear War que en 1985 ganó el Nobel de la Paz: a los 103 años Broggi abre la lista para el Senado por Esquerra Republicana de Catalunya.
Es el pequeño y valeroso medico al que se refirió Hemingway en "Por quien doblan las campanas". Cirujano de las Brigadas Internacionales, creador del quirófano móvil de campaña, autor de "Memorias de un cirujano", una joya describiendo los años 30-40, con sus ilusiones, idealismo y frustración final, el joven cirujano e pionero en los años treinta en experimentar con la marihuana para paliar el dolor de los enfermos. Broggi debía ser al final de su vida patrimonio de todos, un faro de cultura, de sensatez, de mensaje cívico e independiente, plural, abierto a una sociedad en crisis de valores. El doctor en sabiduría opta por un partido. "Piense que los demás pueden tener razón", suele decir. Creo tener razón al decirle, con tristeza, que ha cometido un error.
¿Cómo votarle si sabes que su candidatura es testimonial?
Tercer nombre propio: el diplomático Máximo Cajal y la Alianza de Civilizaciones.
Máximo Cajal ha escrito un libro en el que a modo de balance hace un recorrido por lo que ha sido la Alianza de Civilizaciones desde que la puso en marcha Rodríguez Zapatero. Un foro que se reunió en Madrid, Estambul, Río de Janeiro y, en diciembre, se reunirá en Doha, capital de Catar. Me cuenta Máximo Cajal que la Alianza la apoyan 130 países pero vive un momento de crisis de crecimiento y hay dudas sobre su futuro e interrogantes sobre por dónde ir. ¿Qué pasará con la Alianza si gana el PP?, he preguntado. "Presumo que le dará un perfil bajo". Me cuenta este diplomático, negociador con Estados Unidos de las bases norteamericanas en España, que la Alianza de Civilizaciones ha sufrido por parte de la derecha una ofensiva filosófica y política sin saber de que iba la cosa y con las autonomías no ha tenido mejor suerte. Reticentes, empezando por la catalana. No parece, Montserrat, que la decisión de Zapatero sobre la instalación del escudo antimisiles en Rota impulse la Alianza.




