Los premios de cine europeo, un lento mastodonte
La Academia de Cine Europeo (EFA) nace en 1987 con la vocación de sacar pecho y plantarse sin complejos ante el cine americano. Financiada en su mayor parte por Alemania, su alma mater es el director Win Wenders que, pese a sus esfuerzos no ha conseguido que la ceremonia de premios tenga gancho para el público, ni llegue a ser (ni de lejos) la réplica europea de los Oscar.
Su principal problema es la falta de espectáculo y de actualidad: son premios escoba, que en esta edición han reconocido a algunas películas que ya recibieron un Oscar en febrero, como El discurso del rey (Colin Firth consigue su enésimo galardón como mejor actor) y la directora danesa Susanne Bier, que consiguió el Oscar a mejor película de habla no inglesa por In a Better World, el sábado se llevó el de mejor dirección. Este apartado es el que más morbo ha levantado, por la ausencia de nominación del director Michel Hazanavicius por The Artist, la gran revelación de la temporada, y la humillación que supone para Lars Von Trier ganar el premio a mejor película, pero quedarse sin el reconocimiento a la dirección, que habitualmente recae en la misma película. Además, para escarnio de Trier (que no apareció por Berlín), el galardón se lo lleva su compatriota Susanne Bier con quien mantiene una tensa relación y a quien ridiculizó en el pasado festival de Cannes. También esta ausencia de galardón se puede considerar un tirón de orejas por las famosas declaraciones de Triers en las que aseguraba “sentir compasión por Hitler, lo imagino solo en su búnker”.
Un reparto tan equitativo que resta emoción y contundencia
Los premios sirven para mandar un mensaje inequívoco: marcan tendencia y premian un enfoque artístico. La ganadora ha sido Melancolía de Lars Von Trier, que consigue tres premios que anulan su indiscutible liderazgo: Mejor película, fotografía y producción. La EFA se moja poco en este palmarés tan repartido y poco arriesgado. Lo que sí que ha quedado claro es que The Artist, la película muda y en blanco y negro de Hazanavicius, sale como la gran derrotada (solo consigue premio a la música) en Europa, pero sin embargo parte como una de las grandes favoritas para la temporada de premios americanos. ¿No sería ridículo que en los Oscar reconocieran la valentía de una película europea y que en su tierra se quedara a dos velas?




