Los confidentes, tan repudiados como necesarios

¿De dónde salen los confidentes?

Puede ser un delincuente común canijo y con dientes amarillentos, al que la policía pescó en un pequeño delito y, usando su lenguaje, le dio bola a cambio de que le diese a la alpargata, o lo que es lo mismo, dejarle cometer pequeños delitos a cambio de que el delincuente pase información. Son personajes de novela negra. Pero puede ser un pulcro ejecutivo bancario también pescado en falso. La figura del confidente no está regulada jurídicamente. Su trabajo depende del vínculo personal de todo tipo que establezca con el policía que lo ha captado. Cuando se abolió la Ley de Vagos y Maleantes y los delincuentes obtuvieron garantías judiciales la figura del confidente se fue extinguiendo.

¿Son fundamentales para el trabajo de las fuerzas de seguridad?

Sí. El dinero que se gana fácil se gasta fácil y acodado en la barra de un puti club el confidente ve como una noche un piernas exhibe miles de euros mientras invita a copas y a putas. El chivatazo permite investigar y suele acabar con el piernas en la cárcel por mucho que diga en principio que el dinero es de una herencia.

¿Cómo sería una regulación de confidentes?

Es un tema peliagudo que se lleva años discutiendo. Recuerdo incluso una comisión parlamentaria dedicada estudiar un registro de confidentes, un banco de datos común a todas las fuerzas de seguridad. Los recelos de los distintos cuerpos fue una rémora para ese registro. Cada cuerpo quería tener sus propios confidentes. Lo que se pide es la regulación legal. Dicho de otra forma: que el confidente entre a formar parte de la nómina del Estado y se sepa a quien se paga y por que servicios, muchas veces como agentes encubiertos.

¿Cómo se le paga ahora a un confidente?

Con fondos reservados de cada cuerpo de seguridad, aunque en público lo nieguen. A veces, con especies, y en especies entra una variada gama de productos. Otra cosa es el testigo protegido, que sí es una figura regulada jurídicamente, creo recordar que desde el año 1994. Diría que el confidente vive a la intemperie a merced del agente que le protege mientras que el testigo protegido depende de un juez que incluso puede ordenar se le facilite un cambio de identidad. En el confidente no hay un sentimiento de trabajar por el bien de la comunidad. Entre los diferentes niveles de testigos protegidos puede haberlo. Creo que el Centro Nacional de Inteligencia tiene regulados y registrados a sus confidentes.

¿Cuáles son esos diferentes niveles?

Esta el ciudadano normal, delincuentes arrepentidos que denuncian tramas, mujeres en redes de prostitución... Todo testigo protegido está bajo control judicial. No pasa así con el confidente. En mis años de cronista judicial vi más de una vez como agentes de policía pedían que se celebrase a puerta cerrada un juicio porque querían explicarle al juez que uno de los detenidos en la operación contra el narcotráfico llevada a cabo la Guardia Civil estaba metido en el asunto porque trabajaba para la policía como confidente. Otro día policías y guardias civiles intercambiarían los papeles y supongo que ahora el conflicto se habrá extendido a Mossos d?Esquadra y Ertzaintza. Hace años un confidente muy simpático, una estrella cotizada entre los cuerpos de seguridad, fue detenido por la Guardia Civil. El policía para el que trabajaba fue a reclamar su libertad al cuartel y discutió con el guardia civil que quería robarle el confidente. En plena discusión, acalorada, el confidente, hombre amante del orden, puso paz y les dijo: "No vale la pena que estéis a punto de pegaros. Pactemos un reparto de confidencias". Y así se hizo.

El confidente tiene mala imagen. Imagen de chivato.

Y lo es. Pero son gran parte los ojos de los agentes de seguridad. Muchos delitos no se resolverían sin ellos pero también es cierto que se ha de tener cuidado con sus informaciones. El delincuente común o el arrepentido pueden actuar por venganza, por despecho, por motivos económicos. Crear estructuras legales para protegerlos y para clarificar su trabajo es necesario. El riesgo estriba en que la medida pude acabar gestando monstruos.