Masacres varias

Lamentablemente, sí. Sucede en todos los cambios de partido en el poder. Los que llegan quieren moverse en un marco de confianza. Juan Antonio González, por ejemplo, comisario general de la Policía Judicial, el policía que detuvo a Roldán en Laos, es un buen profesional, ambicioso, que tomó siempre partido por el PSOE. Estaba quemado para seguir siendo comisario de confianza con el PP. Los cambios no van en detrimento de la seguridad porque los equipos de base continúan. Lo que cambian son los comisarios generales. En la Policía, como en todos los estamentos, hay banderías y enfrentamientos. Rafael del Río me dijo, al tomar posesión de su cargo como jefe superior de policía en Barcelona con el primer gobierno de Felipe González, que su trabajo más difícil era esquivar los cuchillos que todas las mañanas le tiraban los colegas al entrar en su despacho. Las elites policiales están muy politizadas y cuando se huelen cambios de ciclo hacen méritos. Mucha información filtrada contra el PSOE debe haber venido de elites policiales próximas al PP. El factor humano juega un papel. Otra cosa es la perplejidad ciudadana ante el poco edificante espectáculo.

Una fábula: la de la vaca, el pajarito y el zorro.

Triscaba en el prado una vaca que al tiempo que vio como se acercaba un zorro vio caer del nido a un pajarito que no sabia volar. Maternal, la vaca defecó encima del pajarito para ocultarlo a la vista del zorro pero el pajarito empezó a decir pío, pío, pío y el zorro, alertado, escarbó entre la caca de la vaca, cogió al pajarito entre sus dientes, lo llevo al río, la lavó y cuando estuvo limpio se lo zampó en un plís plás y siguió su camino. La fábula tiene moraleja: no todos los que te cubren de caca son tus enemigos, no todos los que te la limpian son tus amigos y mientras estés cubierto de mierda nunca digas ni pío. Esta fábula, que en este momento es aplicable a Iñaki Urdangarin, me la explico en su día Josep Prat, mandamás de la sanidad pública catalana en el último gobierno de Jordi Pujol. Ahora Prat era presidente de la empresa que engloba a la sanidad pública. catalana y presidía un consorcio de hospitales privados. El conseller de Sanidad es lógico que no dijese ni pío ante ese extraño doblete. Antes de ser nombrado conseller de lo público presidió el consorcio de hospitales de lo privado.La emotiva historia de Cristina Ponce, madre de adolescente diabética, que con su colecta permite a una despedida del Centro de Investigación Príncipe Felipe, en Valencia, poder seguir trabajando.

Y ese milagro se cifra en ocho mil euros, lo que demuestra lo bien pagada que está la ciencia en este país.

Del centro han sido despedidos 113 de sus 224 empleados. Kristin Suleng, joven periodista valenciana, me hace llegar una historia entre tantas: Javier Cervera, uno de los despedidos, tras cuarenta años como investigador molecular, le explicó a Kristin que Rubén Moreno, gestor que por su falta de visión científica y de programación llevó al centro a la crisis, es ahora diputado en la bancada del PP. Nadie pedirá explicaciones de por qué a él se le premia y a otros se les despide. Se lamenta el despedido Cervera de que en este país la ciencia tiene poca repercusión social. Viene de lejos la frase que inventen ellos y así nos va. He visto la película sobre Margaret Thatcher y he releído sus memorias. Dice: "Estoy convencida de que una nación orgullosa y vieja como España se resistirá a la pérdida de autodeterminación en manos alemanas". Je...

Las instituciones que ayudan a la gente que sufre la crisis ¿qué dicen?

Arrels, institución privada dedicada a la gente sin techo, se formula una pregunta: ¿Qué grado de conflictividad social pensáis que se generará en los próximos meses, cuando los principales indicadores económicos sean negativos? (tasa de paro, posible nueva entrada en recesión, recortes públicos para servicios sociales) El martes debaten esa pregunta entre varios invitados. Yo era uno de ellos pero no podré asistir. Ya te explicaré otro sábado lo que se dijo. Hoy te avanzo unos datos: unas dos mil personas duermen en las calles de Barcelona. Hasta hace poco eran sobre todo hombres adultos, solteros, alcohólicos y con bajo nivel cultural. Ahora hay separados o divorciados, gente joven con problemas laborales o de drogas, mujeres que han sufrido malos tratos, enfermos mentales y mayor nivel educativo. Un 46% llevan más de un año durmiendo en la calle.