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Las críticas de 'La Script'. Grandes interpretaciones en películas flojas

'J. Edgar'. Instructiva y aburrida clase de Historia / María Guerra

Siempre se dice que la comedia es el género más difícil, aunque no le anda a la zaga la película biográfica. Clint Eastwood se sale de su territorio habitual, donde reinan los héroes solitarios y de una sola pieza, los defensores de causas perdidas que imponen su ley (que no suele coincidir con el ordenamiento jurídico que impera para los demás). 'J. Edgar' es una novedad en su filmografía, ya que se trata de un retrato íntimo que humaniza al fundador del FBI, John Edgar Hoover. Eastwood no juzga al personaje, sino que se limita a retratar con benevolencia su homosexualidad reprimida y su confusa personalidad.

Hoover fue un siniestro personaje que espió la vida privada de miles de americanos a los largo de 50 años, incluidos siete presidentes que no pudieron destituirle precisamente por sentirse atrapados por la información personal que manejaba. Leonardo DiCaprio, a pesar del exceso de emplasto de maquillaje, se mete literalmente en la piel de Hoover en todas las etapas de su vida adulta. Sin embargo, ese esfuerzo resulta baldío, porque la narración no entra en lo más importante: su gestión del FBI y el abuso continuado de poder para imponer una visión fanática de una América aria y puritana.

Eastwood, como tantos otros directores que se aproximan a un gran personaje político, se ha dejado seducir por la intimidad de Hoover y se ha rendido a sus pies. El objetivo era abrir el tierno corazón del duro Hoover ante el mundo. Pero ese enfoque no consigue mantener en pie la película. Entre otras cosas, porque toda la potencia narrativa se centra excesivamente en Hoover y quedan desdibujados personajes muy cercanos a su entorno, como su mano derecha y eterno enamorado Clyde Tolson que interpreta con demasiada blandura Armie Hammer (el actor que hizo el doble papel de los gemelos Winklevoss en 'La Red Social'). También se salda con dos trazos y un pegote de maquillaje a Naomi Watts, que queda totalmente desaprovechada en el papel de secretaria fiel de Hoover, y no por su falta de talento, sino por lo superficial del guión.

Tan solo la veterana Judy Dench le da envergadura a la madre castradora de J. Edgar, que en pocas apariciones transmite toda la fuerza de su personaje. Las dos horas diecisiete minutos de metraje resultan una autentica losa, una clase de historia aburridísima sobre un aspecto del personaje –su homosexualidad reprimida- que, francamente, no da para tanto.

'Albert Nobbs'. Una soberbia interpretación no basta / María Guerra

Glenn Close es la eterna despechada de Hollywood. Con la nominación a mejor actriz en 'Albert Nobbs' ya van seis candidaturas, y todo indica que va a seguir sin Oscar. Su magnifica interpretación de una mujer disfrazada de mayordomo en la encorsetada Irlanda del siglo XIX no basta para convertir en apasionante la película que ella produce, escribe, interpreta y hasta compone la letra de la canción de la banda sonora, 'Lay your head down'.

A este historia le falta desarrollo y profundidad. Close ha confiado en Rodrigo García, un director especializado en cine de personajes femeninos con quien había trabajado en 'Cosas que diría con solo mirarla' (1999) y 'Nueve Vidas' (2005), que en esta ocasión realiza un trabajo rutinario, carente de esos dobles sentidos y fondos falsos que habitan los personajes de sus anteriores películas.

'Albert Nobbs' es una película de destellos sobre un fondo opaco. Brilla la fragilidad de Glenn Close, en su terco personaje, y la impresionante Janet McTeer encarnando a una mujer hombruna que sirve de guía al desorientado Nobbs. Sin embargo, esas dos grandes actrices, y su merecida candidatura al maquillaje, no consiguen sostener el drama de ser mujer humilde y tratar de escapar de la bota del machismo victoriano.

'Arrugas'. Impecable y conmovedora animación española / David Martos

Todos hemos experimentado algo parecido. Unos u otros hemos despedido al abuelo en su primer día de residencia, hemos recogido las cosas de la abuela para ese traslado definitivo... o hemos pensado que los mayores de nuestra familia ya no se pueden cuidar ellos solos, que ha llegado la hora de que alguien lo haga por ellos. De esas íntimas sensaciones relacionadas con la ruptura y la nostalgia, con el olvido y con la familia, nos habla 'Arrugas', el largometraje de animación dirigido por Ignacio Ferreras que supone la adaptación al cine del cómic de Paco Roca [Premio Nacional de Cómic en el año 2008]. Ferreras ha desarrollado casi toda su carrera en el extranjero, participando en cintas como 'Astérix y los vikingos' o 'El ilusionista', y fue el productor Manuel Cristóbal quien lo convenció para encabezar en España un proyecto que hace justicia con un colectivo invisible.

'Arrugas' nos cuenta la historia de Emilio, el patriarca de una familia que considera inasumible seguir cuidando de él en casa, porque ha empezado con ese proceso que se llama comunmente 'perder la cabeza'. Emilio llega a la residencia y tiene que adaptarse a una vida que lo despersonaliza, que lo convierte en un componente más de un engranaje monótono, plagado de ejercicios de gimnasia matutina, comidas sin sal y paseos al atardecer. Allí conocerá a Miguel, un compañero de habitación de origen argentino que conseguirá alegrar un poco esa monotonía con su sentido del humor; o a Rosario, una anciana que cree estar viajando en tren hacia Estambul mientras mira melancólicamente por su ventana. Todos ellos deambulan por la planta baja del edificio; en la planta de arriba hay una especie de habitación prohibida de Barba Azul, un McGuffin en el que residen los ancianos con menos consciencia.

El trazo simple del cómic de Roca -y de la película de Ferreras- no impiden que se trate de una cinta profunda y conmovedora, que nos lleva de la mano y con una sonrisa por un camino sinuoso, el de los hijos y nietos que espacian cada vez más las visitas a la residencia, y que cuando van... siempre tienen prisa por marcharse a casa. 'Arrugas' acaba de quedarse fuera de la selección del Oscar para el Mejor Largometraje de Animación, pero habría sido una muy digna rival de cualquiera de las candidatas.

'El despertar'. ¿En qué mundo vivimos? / Daniel de la Fuente

Este viernes se estrena 'Underworld 4: El Despertar'. La última película de una saga que arrancó hace ya 10 años. Más oscura, más violenta, más rítmica y también polémica. La actriz británica Kate Beckinsale vuelve a protagonizarla, en un año en el que le sale otra competidora: Milla Jovovich, que en septiembre seguirá exterminando zombies. Hemos hablado con ella.

El despertar de Selene (Kate Beckinsale) en 'Underworld 4' llama la atención, al menos en su primera media hora, por el parecido que tiene con el despertar de Alice (Milla Jovovich) en 'Resident Evil'. Las dos abren los ojos después de estar sometidas a experimentos, las dos están desnudas, pero cuidadosamente cubiertas. Desorientadas, van recuperando poco a poco la memoria y sus superpoderes, también muy similares. Hasta su estilismo es calcado. Y con la polémica que esto ha generado entre los fans de una y otra saga, este miércoles le preguntábamos por ello a la británica, Kate Beckinsale, que ha estado en España promocionando la última batalla, hasta el momento, de vampiros, licántropos y humanos. "No he visto las películas de 'Resident Evil' -nos confesaba la protagonista- pero mi marido, que está más metido en el asunto, me ha contado que su protagonista era rubia y con un vestido rojo, al principio, y que después se volvió morena y se puso un traje negro, como el mío. Así que, si alguien ha copiado a alguien, creo que no hemos sido nosotros".

Quince años ha pasado la preciosa Selene en una especie de estado de coma. Ahora despierta y descubre que tiene una hija bastante especial y que en su particular lucha contra los licántropos, tiene que evitar además a los humanos, que conocen de su existencia. Y lo hace, no ya bajo las órdenes de su marido, Len Wiseman, que sigue produciéndola, sino dirigida por la pareja de suecos Björn Stein y Måns Mårlind ('Storm, La Sombra de los otros'). A pesar de contar con un equipo de cuatro guionistas, esta nueva entrega deja en un segundísimo plano la historia romántica y la narración mitológica para dar paso a una sucesión, de principio a fin, de interminables, violentas y sangrientas peleas entre unos y otros. Una buena fotografía y efectos especiales más que aceptables, vienen aderezados, en esta ocasión, por el tan de moda 3D, que solo sirve para oscurecer aún más las escenas y encarecer, claro, el precio de las entradas. "Es, de todas, la que más acción tiene, sí, y eso me encanta" -nos cuenta una dulce y simpatiquísima Kate.

'Bajo amenaza'. Nicole Kidman, amenazada / Daniel de la Fuente

La oscarizada australiana se ha puesto a las órdenes de Joel Schumacher en un thriller de poca monta. 'Bajo amenaza', una cinta que se ha estrenado directamente en DVD en otros países. Hace solo tres meses que llegó a nuestra cartelera 'Transgression', del español Enric Alberich. Una banda de atracadores asalta el chalet de un matrimonio bien avenido en la costa catalana. La explosiva Maria Grazia Cucinotta y su marido se enfrentaban a ellos, y empezaban a surgir secretos entre la pareja y el grupo de ladrones.

Solo tres meses después, aterriza 'Trespass', 'Bajo Amenaza', con el mismo argumento pero otros actores. ¿Un remake estadounidense? No lo es, al menos oficialmente, pero canta demasiado. Lo dirige Joel Schumacher ('Batman & Robin', 'Batman Forever', 'Asesinato en 8mm', 'El número 23') y sustituyendo a la explosiva italiana tenemos a la también sexy, pero más fría, Nicole Kidman. Kidman asegura que ha dejado el bótox, pero parece que durante el rodaje de esta cinta algo le ha pasado al que interpreta a su marido: Nicolas Cage. Esa cara hinchada y como de cera no puede ser de algún kilito de más, que también los ha cogido.

Y el matrimonio, en vez de tener un hijo rebelde, tienen una hija. Y el atracador, Carlos Bardem en la española, es ahora Ben Mendelsohn ('Asesinos de élite'), al que acompaña, entre otros, el guapísimo (poco más se puede decir de él y sus cualidades interpretativas) Cam Gigandet ('Burlesque'). Por lo demás, igual de espantosa desde el minuto uno, aunque, es Hollywood: más exagerada, más efectos especiales y con un final más apoteósico e incluso justiciero. Conclusión: lo que realmente está bajo amenaza son las carreras de los que un día fueron grandes: director y protagonistas.

'El monje'. Un diablo sin modernizar / María Guerra

El director franco-alemán Dominik Moll se ríe en las entrevistas cuando se le recuerda de que en 1972, Luis Buñuel y Jean Claude Carrière escribieron el guión de la novela gótica de Matthew Lewis (1796) que finalmente dirigió Adonis Kyrou: “Debían haber bebido mucho vino”, asegura. Viendo la suya, quizá a Moll le falte eso, un poco de imaginación y desvarío.

Esta nueva versión de 'El Monje' es otra vuelta de tuerca al eterno tema del fraile tentado por el diablo. Bostezos de entrada y de salida. No hay nada de original en la historia ni en la forma de contarla. Están correctos los actores -Vincent Cassel, el desaparecido Jordi Dauder, Sergi López- y la ambientación. La banda sonora es de una obviedad aplastante y en la película no hay un solo atisbo de originalidad.

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